Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 7 de junio de 2019

Saludos desde Tesalónica (Grecia)


Hoy comienza nuestra peregrinación por Grecia y Turquía, acercándonos a los orígenes del cristianismo. Especialmente seguiremos los pasos del apóstol san Pablo y del evangelista san Juan. Comenzamos nuestro viaje por Tesalónica.

TESALÓNICA de Macedonia (o Salónica) es la segunda ciudad de Grecia, con más de un millón de habitantes. Fue fundada en el siglo IV a.C. Conserva elementos de la época helenística y de la época romana. Fue residencia imperial en el siglo IV d.C., invadida a lo largo de los siglos por los romanos, los eslavos, los árabes, los normandos, los venecianos y los turcos. 



Allí nació el mártir san Demetrio, un alto cargo del ejército romano, ejecutado el año 306, hoy patrón de la ciudad. También nacieron en la ciudad los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los eslavos en el siglo IX, e inventores del alfabeto cirílico. 



Fue el principal destino de los judíos sefardíes expulsados de España en 1.492. Durante siglos, la mayoría de los habitantes de la ciudad era judía. Hoy solo quedan unos mil. 



Desde 1.912 forma parte de Grecia. En 1.917, un incendio destruyó gran parte de la ciudad, pero conserva numerosos monumentos y museos, por lo que es patrimonio de la humanidad.



San Pablo llegó a Tesalónica desde Filipos (junto con Silas y Timoteo) en su segundo viaje misionero. Predicó durante cuatro meses en la ciudad y fundó una comunidad cristiana (Hch 17,1-13). Más tarde, desde Atenas mandó a Timoteo para que se informara de cómo iba progresando la nueva comunidad. 



Ante las buenas noticias, les escribió desde Corinto la primera carta a los tesalonicenses el año 50 de nuestra era. Es el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. Tanto esta como la segunda carta a los tesalonicenses tratan, principalmente, del regreso del Señor y del final de los tiempos.



El emperador Teodosio publicó el «edicto de Tesalónica» el año 380, por el que cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano, completando el «edicto de Milán», por el que el emperador Constantino había decretado la libertad de culto para los cristianos el año 313.



Tesalónica es la capital gastronómica de Grecia, que produce el 70 % del vino, aceite y arroz del país, así como el 80 % de los mariscos. Famosa por sus mercados, restaurantes y centros de ocio.



De la primera carta de san Pablo a los tesalonicenses (1,1-2,13): Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz. Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción del Espíritu Santo y de toda clase de dones. [...] 

Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia de Dios, trabajábamos día y noche para no serles una carga. Nuestra conducta con ustedes, los creyentes, fue siempre santa, justa e irreprochable: ustedes son testigos, y Dios también. Y como recordarán, los hemos exhortado y animado a cada uno personalmente, como un padre a sus hijos, instándoles a que lleven una vida digna del Dios que los llama a su Reino y a su gloria. Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen.

De la segunda carta de san Pablo a los tesalonicenses (2,13-17): Nosotros siempre damos gracias a Dios, a causa de ustedes, hermanos amados por el Señor. En efecto, Dios los eligió desde el principio para que alcanzaran la salvación mediante la acción santificadora del Espíritu y la fe en la verdad. Él los llamó, por medio de nuestro evangelio, para que posean la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y conserven fielmente las tradiciones que aprendieron de nosotros, sea oralmente o por carta. Que nuestro Señor Jesucristo y Dios, nuestro Padre, que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, los reconforte y fortalezca en toda obra y en toda palabra buena.

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