Todo el edificio está construido en torno a un pilar central, que se abre como una palmera. Intenta reflejar la idea del paraíso original que se hace presente en la tierra. Los iconos también intentan hacer presente la gloria del cielo entre los hombres. Solo conozco un edificio siilar, más antiguo y de menores dimensiones, la ermita de san Baudelio en Berlanga de Duero (Soria, España).
Los muros están totalmente decorados, como todas las iglesias medievales en su origen, aunque las restauraciones del s. XIX rascaron en muchos sitios las pinturas para dejar la piedra a la vista. Las pinturas de Lublín fueron totalmente recubiertas por capas de cal a lo largo de los siglos, el castillo sufrió muchos avatares y fue cárcel en el s. XIX. La decoración se redescubrió muy tarde y hoy está totalmente restaurada para que todos puedan disfrutarla.
La parte inferior del edificio está decorada imitando telas. Esta es la puerta para salir al coro.
Impresionante esta antigua representación de la Santísima Trinidad, con un solo cuerpo del que salen tres cabezas, que gozó de cierta popularidad en la Edad Media, pero fue prohibida por el concilio de Trento, que pidió que se representaran solo escenas de acontecimientos bíblicos o de las vidas de los Santos.
Un rey local, vestido con armadura oriental sobre un caballo con bridas también orientales, pero con corona occidental.
El fundador de la capilla, presentado a la Virgen María por un obispo vestido a la oriental.
Vista de la nave y del ábside desde el coro del templo.
Bóvedas del presbiterio, con Cristo Pantocrator, una Déesis (Intercesión de María y de Juan Bautista a los lados de Cristo) y ángeles.
El exterior del castillo, totalmente reedificado en el s. XIX.
El patio central, en el que se ve el edificio de la iglesia al fondo y una de las torres en primer plano.
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