Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 13 de noviembre de 2015

El libro de la Sabiduría


El libro de la Sabiduría (que estamos leyendo esta semana en la primera lectura de la misa) fue escrito en griego, en Alejandría de Egipto, en los últimos años del s. I a.C. Usa con elegancia las reglas de la retórica griega y adapta la fe judía a la cultura y filosofía de los griegos. En este sentido constituye un buen ejemplo de lo que hoy se llama "inculturación".

Tanto san Pablo como san Juan usaron muchos de los conceptos y palabras de este libro para explicar el misterio de Jesucristo, la Sabiduría hecha carne.

La lectura de hoy, en concreto, habla de cómo la Sabiduría de Dios se manifiesta en toda la creación. Por eso, critica a los que se consideran sabios y, estudiando la creación, no saben descubrir las huellas del Creador. 

El universo entero es una obra de arte y refleja la sabiduría del artista que lo creó. Por eso, los que se quedan en las apariencias, en lo exterior, pero no son capaces de ir más allá, son "vanos" (es decir, personas sin consistencia).

Nosotros, siguiendo a san Francisco de Asís y a san Juan de la Cruz, queremos ver en todas las criaturas una huella del Creador, un reflejo de su bondad y de su belleza, por lo que damos gracias a Dios por la maravillosa obra de la creación.

«Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor. Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!» (san Francisco).

«Mil gracias derramando pasó por estos Sotos con presura, y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura» (san Juan de la Cruz).

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