Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 28 de abril de 2017

¿Qué es la «liturgia»? (1)


La «liturgia» habla de gratuidad: Dios nos ha creado y nos salva gratuitamente, sin méritos de nuestra parte, y nosotros se lo queremos agradecer en una celebración también gratuita.

Todos los pueblos y todas las religiones tienen celebraciones en las que ofrecen a Dios su tiempo y otras cosas valiosas: flores y perfumes, animales sacrificados, banquetes, etc. Algunas veces se busca algo a cambio y otras se da por nada, como una cura religiosa del egoísmo innato. 

Pensemos en nuestras propias «liturgias» de cada día: un mantel en la mesa, una flor en el jarrón, un apretón de manos... objetos y gestos aparentemente «inútiles», pero que hacen nuestra vida más «humana», no solo instintiva. 

La liturgia cristiana cuenta con estos elementos y, al mismo tiempo, es mucho más, ya que en ella Cristo se ofrece a nosotros y se une a nuestra ofrenda al Padre.

A primera vista, la liturgia sería la parte externa del culto cristiano, regulada por medio de unas normas establecidas, pero eso no es así. 

Dejemos claro desde el principio que la liturgia cristiana no es coreografía (las posturas y movimientos de los ministros sobre el altar, el ceremonial), ni rubricismo (el estudio de las leyes que regulan las celebraciones, llamadas «rúbricas»), ni el culto natural que todas las religiones tributan a la divinidad.

En verdad que la liturgia se refiere al culto cristiano, que está compuesto por gestos y palabras. Pero hemos de ser conscientes de que su eficacia no proviene de lo que nosotros hacemos ni de cómo lo hacemos, sino de Cristo mismo, que actúa en la Iglesia con la fuerza de su Espíritu, continuando su obra salvadora. A través de esos gestos, Cristo realiza nuestra redención y el cielo se hace presente en la tierra.

La liturgia es el cauce ordinario (aunque no el único) por el que entramos en contacto con la revelación de Dios y con su salvación. La vida cristiana se nutre, madura y perfecciona a través de la participación en la liturgia. El culto público de la Iglesia se realiza especialmente en la eucaristía, en los demás sacramentos y en la oración de la liturgia de las horas con las distintas celebraciones a lo largo del año litúrgico.

Continuará mañana, si Dios quiere.

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