jueves, 27 de abril de 2017
El día de mis bodas de plata sacerdotales
Algunas personas me han enviado correos preguntándome cómo fue la celebración de ayer. En realidad, no hubo ninguna celebración especial. Fue una jornada vivida con sencillez, aunque con unos momentos muy bellos por la tarde. Les cuento.
Me levanté a las 6 de la mañana y, como cada día, recé:
Gracias, Señor, por la aurora;
gracias, por el nuevo día;
gracias, por la eucaristía;
gracias, por nuestra Señora.
Y gracias, por cada hora
de nuestro andar peregrino.
Gracias, por el don divino
de tu paz y de tu amor,
la alegría y el dolor,
al compartir tu camino.
Después de asearme, respondí algunos correos, actualicé el facebook y dediqué un rato a la lectura espiritual.
A las 8 de la mañana recé laudes con mi comunidad y, después de la oración de la mañana, a las 9 desayuné un vaso de leche y unas galletas.
Hasta las 11,30 estuve revisando un libro que he escrito sobre santa Teresita para poder mandarlo a la imprenta. Tuve la misa en la residencia para mayores de las carmelitas misioneras y después estuve en el confesonario de nuestro templo desde las 12,30.
A las 13,30 recé sexta con mi comunidad y después tuvimos el almuerzo: un plato de verdura, un poco de pescado y una naranja.
A las 15,30 salí con un grupo de religiosos y religiosas de Burgos para una convivencia programada con las dominicas de Lerma. Nos presentamos los 28 que acudimos y las 16 que nos acogieron, comentamos nuestras actividades y proyectos, y rezamos juntos las vísperas a las 19,30. Después regresamos a Burgos.
Llegué a mi convento a la hora de rezar completas (21,00) y de cenar (21,15): un plato de sopa, una ensalada y una pera.
Después de un ratito de conversación con mis hermanos de comunidad, me vine a la habitación, controlé los correos y el facebook y redacté esta entrada.
Con una cosa y otra, se han hecho las 23,00 horas y me voy a la cama, dando gracias a Dios por lo vivido este día, por los numerosos mensajes recibidos, por haber tenido agua caliente en el grifo de la ducha cuando me he levantado, ropa limpia que ponerme, comida para alimentarme, acceso a internet para poder comunicarme con otras personas... y, sobre todo, una comunidad de hermanos con los que compartir la fe y la esperanza. Ya solo me queda decir:
Gracias, porque al fin del día
podemos agradecerte
los méritos de tu muerte
y el pan de la eucaristía,
la plenitud de alegría
de haber vivido tu alianza,
la fe, el amor, la esperanza
y esta bondad en tu empeño
de convertir nuestro sueño
en una humilde alabanza.
Como mañana el padre Pedro Tomás Navajas cumple 65 años, tendremos una misa comunitaria más compartida y una comida especial. Así que esa será también la celebración de mis bodas de plata sacerdotales. En realidad, cuando lean esta entrada, ya será "hoy" (27 de abril).
El Señor bendiga, guarde de todo mal y lleve a la vida eterna a todos los lectores de este blog y a todos los que ayer me mandaron tantos y tan cariñosos mensajes de felicitación. ¡Gracias!
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