miércoles, 26 de agosto de 2015
Hirióme con una flecha "enherbolada" de amor
Hoy es la fiesta de la "transverberación" de santa Teresa de Jesús. Experiencia mística de la que he tratado en varias ocasiones. La escultura de Bernini ha inmortalizado el acontecimiento, aunque también ha servido para que fuera mal comprendido. Hoy solo voy a tratar de la palabra "enherbolada" que ella usa en el poema en el que narra su experiencia.
Santa Teresa habla de un cazador que lanza su flecha y deja herida a su presa. Imagen muy popular en los cantos de amor, que presentan al amado como el "cazador" y a la amada como la "cierva vulnerada" (palabra que significa "herida").
Como los ciervos, corzos y animales similares corren mucho, sucedía a menudo que se escapaban a pesar de haber sido heridos por la flecha. Por eso, los cazadores mojaban la punta de la misma en hierbas venenosas para que infectaran la sangre de la presa y esta cayera muerta.
Santa Teresa dice que Jesús (que es el cazador) le ha lanzado una flecha "enherbolada de amor". Es decir: mojada en hierbas de amor, "envenenada" de amor. Así, el amor de Jesús se ha metido en las venas de Teresa, que se siente amada y capacitada para amar con el amor que recibe de Cristo.
Ella es consciente de que para amar de verdad a Dios no basta con nuestro pobre amor, sino que necesitamos del suyo. Se produce un precioso "intercambio" o "trueque" entre lo suyo y lo nuestro. Es algo parecido a lo que canta en el poema "Alma, buscarte has en mí, y a mí buscarme has en ti".
Dejémonos "envenenar" de ese dulce amor, "embriaguémonos" de él, como nos invita a hacer esta canción.
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