Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 12 de julio de 2012

Fiesta de san Benito en Subiaco


Ayer se celebró la fiesta de san Benito, padre de Europa. Con ese motivo recé Sexta en el monasterio de santa Escolástica, con los monjes Benedictinos de Subiaco (a una hora y media de Roma) y participé en la solemne concelebración eucarística, en la que profesó un hermano y otro celebró sus cincuenta años de ordenación sacerdotal. Después me invitaron a comer y compartí unos momentos deliciosos con ellos. 

Cuando el imperio romano se deshacía a causa de las invasiones de los bárbaros, hace mil quinientos años, san Benito escribió una Regla de vida y fundó monasterios que, con el tiempo, salvaron la cultura greco-latina y conservaron a lo largo de la Edad Media las técnicas de cultivo, la arquitectura, la medicina, las matemáticas, la filosofía... 

Si hoy conocemos los escritos de Platón y Aristóteles, de Pitágoras y Arquímedes, de Parménides y Heráclito... se lo debemos a los benedictinos que pacientemente copiaron sus obras y las conservaron en sus bibliotecas durante generaciones. Ellos también reevangelizaron Europa en una labor paciente y sacrificada que se prolongó durante siglos.

El monasterio de san Benito está colgado en las montañas, construido sobre la cueva en la que él vivió durante tres años (el "Sacro Speco"). Muy cerca está el monasterio de santa Escolástica, fundado por él mismo a pocos kilómetros del anterior, con sus tres claustros, su gran biblioteca (allí se estableció la segunda imprenta del mundo, pocos años después de su invención) y sus numerosas dependencias, reflejo de los distintos estilos artísticos que se han sucedido a lo largo de los siglos.

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