"Una vez resucitado os precederé en Galilea", prometió Jesús a sus discípulos antes de su pasión. Después de su resurrección, el ángel se lo recuerda a las mujeres: "Decid a sus discípulos que os precede en Galilea, tal como había anunciado".
La región de Galilea, al norte de Israel, fue esencial en la vida de Jesús. En Nazaret transcurrió su infancia y juventud. En Caná, durante aquellas bodas de tan gran significado místico, hizo su primer milagro. En Cafarnaún se estableció en la casa de Pedro. A orillas del lago entabló familiares relaciones con sus discípulos. Galilea fue el escenario de su vida de peregrino, llena de privaciones, pero también de alegrías. Junto al lago de Genesaret pronunció el sermón de la montaña. Muy cerca (en Tabgha) multiplicó los panes para saciar el hambre de la multitud. En la sinagoga de Cafarnaún pronunció el sermón del pan de la vida. Allí se encuentran los montes donde, por la noche, se recogía para orar. Allí, con humilde fe, se acercaron a Él los primeros gentiles...
Es verdad que también tuvo fracasos y encontró enemistades en Galilea: en Nazaret quisieron apedrearle y se lamentó por la falta de fe de Betsaida y Corazaín. Pero, a pesar de todo, Galilea fue su patria y refugio.
Por el contrario, la región de Judea, al sur de Israel, fue el escenario de sus acaloradas discusiones con los fariseos y con las autoridades. Allí le persiguieron el odio y la envidia. Se encuentra allí Jerusalén, la ciudad de sus sufrimientos, y el Gólgota, el lugar de su crucifixión. Por esto, en la hora de la despedida, Jesús los convoca en "Galilea", donde podrán reunirse como en aquellos primeros días felices de su vocación, para escuchar las dulces palabras de su boca y celebrar el banquete de bodas prometido, para alimentarse con el pan de la vida y convertirse definitivamente en pescadores de hombres.
Por el contrario, la región de Judea, al sur de Israel, fue el escenario de sus acaloradas discusiones con los fariseos y con las autoridades. Allí le persiguieron el odio y la envidia. Se encuentra allí Jerusalén, la ciudad de sus sufrimientos, y el Gólgota, el lugar de su crucifixión. Por esto, en la hora de la despedida, Jesús los convoca en "Galilea", donde podrán reunirse como en aquellos primeros días felices de su vocación, para escuchar las dulces palabras de su boca y celebrar el banquete de bodas prometido, para alimentarse con el pan de la vida y convertirse definitivamente en pescadores de hombres.
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