Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 12 de marzo de 2013

El Señor es compasivo y misericordioso

El Antiguo testamento usa principalmente dos términos hebreos para hablar de la misericordia y la compasión: rehamîmhesed. Los dos se complementan y sirven para hablar del amor de Dios por los hombres.

Rehamîm designa en singular el seno materno, el «útero» (reham), y en plural las «vísceras». En sentido metafórico se usa para señalar aquel sentimiento íntimo, profundo y amoroso que liga a dos personas por lazos de sangre o de corazón, como a la madre o al padre con su propio hijo o a un hermano con otro. Sentimiento que se traduce en acogida, ternura, paciencia, compasión, ayuda.

Estando este vínculo situado en las «vísceras» o en las «entrañas» (la parte más íntima del hombre, como cuando nosotros hablamos de un amor entrañable o de un odio visceral), el sentimiento que brota de allí es espontáneo y está abierto a toda forma de cariño, de protección y de perdón. 

Lo encontramos en numerosos textos: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por sus fieles» (Sal 103,13); «Efraín es para mí un hijo querido, un niño predilecto, pues cada vez que lo amenazo vuelvo a pensar en él; mis entrañas se conmueven y siento ternura hacia él» (Jer 31,20); «José tuvo que salir fuera, porque se había emocionado al ver a su hermano, y se le saltaban las lágrimas» (Gen 43,30). 

El término hesed  a menudo va unido al anterior en forma de sinónimo o de precisión explicativa: «Acuérdate, Señor, de que tu ternura y tu compasión son eternos» (Sal 25,6); «Señor, no me cierres tus entrañas, que tu amor y tu lealtad me guarden siempre» (Sal 40,12); «Él te corona de amor y de ternura... es compasivo y misericordioso, paciente y lleno de amor» (Sal 103,4ss); «Te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en ternura» (Os 2,21). 

Se diferencia del anterior en que no nace de un sentimiento espontáneo, sino de una deliberación consciente, de la fidelidad a una relación de derechos y deberes libremente asumida (una alianza, un pacto), que generalmente se da por parte del superior para con el inferior (los padres para con los hijos, el soberano para con sus súbditos). 

El significado fundamental es el de bondad; pero de ordinario se manifiesta en forma de piedad, de compasión o de perdón, teniendo siempre como fundamento la fidelidad a un compromiso que se siente como tal, ya sea por vínculos de naturaleza o en virtud de la propia posición o también por un deber jurídico libremente asumido. 

Así que, cuando decimos que Dios es compasivo y misericordioso, estamos afirmando que 
- nos ama de una manera incomprensible, con un amor que le brota de las entrañas, como el de una madre, que no se puede entender ni explicar;
- nos ama porque ha hecho la opción de amarnos, ha empeñado su palabra y Él es siempre fiel.

Hay otros términos similares, como 
- hanan, que significa mostrar gracia, ser clemente: «El Señor espera el momento para apiadarse de nosotros y quiere manifestar su compasión, porque es un Dios justo» (Is 30,18); 
- hamal, que significa compadecer, sentir compasión, y por tanto perdonar (al enemigo): «Nabucodonosor los pasará a cuchillo sin consideración, sin piedad y sin misericordia» (Jer 21,7); 
- hus, que significa conmoverse, sentir piedad, sentir lástima: «Los Medos no se apiadarán ni se compadecerán de sus hijos» (Is 13,18). 

Todos estos términos se traducen indistintamente por misericordia, compasión, ternura, fidelidad, amor... según el contexto y todos se pueden aplicar a la relación de Dios con nosotros.

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