El Señor nos ofrece otro año de gracia, otra oportunidad. Mientras tanto, no nos abandona, sigue cuidándonos con afecto y sigue teniendo esperanza en nosotros.
¡Es increíble! Dios tiene fe en mí. A pesar de mis miserias, me ofrece una nueva oportunidad con la esperanza de que mi corazón se convierta.
¿Hay algo más hermoso? ¿Alguien ha escuchado alguna vez una noticia más estupenda que esta? Dios tiene paciencia conmigo no se cansa de darme nuevas oportunidades, sigue esperando en mí.
Yo soy consciente de que él ya debería haber cortado mi higuera hace mucho tiempo, que no doy los frutos esperados, que no tengo méritos que ofrecerle.
Pero su misericordia supera la lógica humana. Por eso, no me canso de repetir el salmo responsorial de hoy: «El Señor es compasivo y misericordioso. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura».
Gracias, Señor, por ofrecerme una nueva oportunidad, por no darme la espalda, porque no te cansas de perdonarme y de darme ánimos. A ti sea la gloria por siempre.
He explicado el evangelio de hoy desde otra perspectiva en esta entrada titulada: «Jesús predica la conversión». (Pueden leerla haciendo un click con el botón izquierdo del ratón sobre el título).
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