Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

martes, 8 de octubre de 2013

La creatividad literaria de santa Teresa


Santa Teresa de Jesús escribió sobre temas interiores, para los que no sirven «los términos vulgares y usados», según dice san Juan de la Cruz (C prólogo, 1). Sus primeros escritos suponen un tremendo esfuerzo para hacer luz en sus experiencias místicas, como ella misma confiesa: «Yo estuve muchos años que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, no sabía decir ni una palabra para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo» (V 12,6).

Para hacerse entender, comienza subrayando en libros de otros autores lo que se parece a lo que ella está viviendo. De ahí pasa a escribir breves Relaciones, que entrega a sus confesores y a personas letradas en busca de consejo. 


Más tarde elaborará una relación más pormenorizada, que después de varias redacciones dio lugar al Libro de la Vida, en el que todavía no domina todos los recursos del lenguaje para darse a entender: «Sentí en mi espíritu un no sé qué […], ni yo sabré decir cómo fue, ni por comparaciones podría» (V 33,9). En otra ocasión, añade: «Deshaciéndome estoy, hermanas, para daros a entender esta operación de amor y no sé cómo» (6M 2,3).

Precisamente esta incapacidad para comunicar sus experiencias, le hizo seguir leyendo toda su vida, para buscar palabras con las que explicarse y explicar a los otros lo que estaba viviendo. Cuando no las encuentra, opta por usar comparaciones o inventar imágenes novedosas que a ella le parecen «desatinos santos» (V 16,4).

Con el discurrir de los acontecimientos, las lecturas, las consultas a personas «letradas» y la práctica, Teresa adquiere una fluidez cada vez mayor y se enfrenta a obras cada vez más complejas, con clara intención docente. 

Tanto sus escritos históricos y autobiográficos (Cuentas de Conciencia, Libro de la Vida, Fundaciones), como sus tratados espirituales (Camino de Perfección, Las Moradas, Meditaciones sobre los Cantares) y legislativos (Constituciones, Modo de visitar los conventos) intentan ser un acompañamiento para orantes, una guía en la conquista del propio mundo interior o sobrenatural, en lo que Teresa de Jesús llegó a ser una gran doctora, plenamente consciente de que en ese campo tenía una palabra que decir, avalada por su propia experiencia: «Son tan dificultosas de decir estas cosas interiores del espíritu que pasan con tanta rapidez [...]. Hablo de cosas sobrenaturales, que son las que no se pueden adquirir con el propio esfuerzo ni diligencia, aunque mucho se procure» (CC 54, 1-3).

Así, pues, al principio Teresa tuvo que luchar con el lenguaje, con la falta de palabras adecuadas para hablar de su experiencia sobrenatural; y durante toda su vida tuvo que enfrentarse con el contexto social, que discriminaba a las mujeres y no las permitía escribir (y menos aún sobre cosas interiores, siempre sospechosas de luteranismo). Precisamente las dificultades interiores y ambientales fueron la principal causa de su creatividad literaria.

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