Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 18 de junio de 2015

Ecos de una peregrinación (1)


Les comparto seis comentarios de otros tantos participantes en la peregrinación por lugares teresianos y santuarios de la Virgen María que he tenido el gozo de acompañar en los días pasados. Los últimos peregrinos se fueron ayer, pero ya los extraño. Los dejo tal como ellos los han escrito, aunque he recortado algunas alabanzas excesivas hacia mi persona. Les doy las gracias por su cariño, que les hace verme mucho mejor de lo que soy. Dios los bendiga a todos.

Cada momento de esta peregrinación ha sido alegre en Jesús. Me ha permitido conocer mejor a santa Teresa de Jesús y a san Juan de la Cruz y convivir con gente maravillosa de distintas proveniencias. Ávila me ha parecido maravillosa: sus murallas, sus calles y palacios, las iglesias tan preciosas… No tengo palabras para explicar todo lo que vivimos en Fátima. Eso queda en mi corazón. Muchos de nosotros jamás habíamos pensado en visitar un castillo real, por lo que el de Segovia nos impresionó. ¿Y qué decir del monasterio de Guadalupe, en el que se palpa la historia? El Desierto de las Palmas es un lugar lindo para vivir, en el que me quedaría a gusto para siempre. Las hermanas son adorables, igual que las que hemos encontrado en Toledo, Fátima y en otros monasterios carmelitanos. Doy gracias a Dios y a usted por este don tan bello de su paciencia peregrina. Le respeto, le quiero mucho y le llevaré en mi corazón por siempre. Sandra (El Salvador – USA).

Padre celeste, te doy gracias infinitas por esta peregrinación tan hermosa que me has permitido hacer, gracias por el padre Eduardo y por cada uno de los peregrinos de distintos países unidos por el amor, con deseos de ayudarnos y de ser solidarios. Terminó nuestra peregrinación en un lugar hermoso, un Paraíso en la tierra: el Desierto de las Palmas, donde todo me habla de ti, Señor. Te bendigo y te alabo y te doy gracias y te pido por cada una de las monjitas y de los padres carmelitas que nos han atendido con tanto cariño. Myrna (Panamá).

No tengo palabras para describir el impacto que he sentido en mi alma estos días que hemos pasado en el Centro de Espiritualidad del Desierto de las Palmas al final de nuestra peregrinación. La belleza de este lugar, el esplendor del follaje, de la naturaleza pura, la paz y serenidad que se respira, las obras culturales y artísticas que atesora, verdaderos tesoros de la Iglesia y de la humanidad… me piden volver a este lugar para disfrutarlo de nuevo. Especialmente me han llenado de gozo los momentos de oración: laudes, misas, horas santas… que nos hacían sentir la presencia de la Trinidad y suscitaban en nosotros tan hermosos sentimientos. Esmeralda (Panamá).

A Dios sea la gloria. ¿Cómo pagar al Señor todo el bien que ha hecho por nosotros? Gracias por permitirme conocer a estas personas maravillosas y estos lugares santos donde nacieron y vivieron hermanos nuestros que dieron todo por amor a nuestro Señor. Espero dar un poquito más a los hermanos enfermos que visito en mi comunidad. No tengo palabras para dar gracias por lo que he visto y vivido, así como por el encuentro con las hermanitas que con tanto amor nos atienden. A todas las llevo en mi corazón.

Al salir de República Dominicana venía con la ilusión de conocer la patria de mi abuelo materno, sin darle mayor importancia al punto central de la agenda: los 500 años del nacimiento de la santa doctora de la Iglesia Teresa de Jesús. Todo cambió cuando el padre Eduardo nos acompañaba hacia la casa donde nació la Santa en Ávila y nos fue explicando punto por punto su vida, desde su nacimiento hasta su muerte. Nos mostró los lugares donde nació y vivió, los libros que estudió, los que escribió, los poemas y cartas que reposan en varios museos y conventos, así como varios conventos que fundó y el lugar donde reposan sus restos. Hoy puedo decir que santa Teresa fue una guerrera, una heroína que no se echó para atrás ni para tomar impulso. Después de visitar Ávila, Segovia, Alba de Tormes, Salamanca y Valladolid fuimos a Fátima (¡impresionante!), pasamos por Lisboa, Guadalupe y Toledo y terminamos en el Desierto de las Palmas, cerca de Valencia, donde todo fue un derroche de bendiciones de nuestro Señor Jesucristo y de su madre María por intercesión de santa Teresa, que han dado fuerza, sabiduría y mucho amor al padre Eduardo para compartir su saber con cada peregrino. Erasmo Acosta (República Dominicana).

Estamos en el año de la Vida Consagrada, un año de júbilo. Además estamos celebrando el V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús. Con ese motivo he podido participar en una peregrinación a la tierra de la santa de Ávila. Tenía gran deseo de hacerlo. Era la oportunidad de conocer aquellos lugares de los que he oído hablar desde hace años y he leído y visto en fotos. En el noviciado tuvimos un maestro gran conocedor de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz, que nos entusiasmó con ellos: el P. Pascual Bertrán. Como en Cuba las cosas son particulares, casi me quedo sin venir, ya que no fue fácil conseguir el visado. Los documentos en pdf no servían, después los originales no llegaban… Yo lo puse todo en las manos de Dios y pude solicitar y conseguir la visa un día antes del viaje, aunque se necesitaban 15. La primera vista del país de Teresa imprimió en mí gran admiración y maravilla. ¡Oh, qué gran oportunidad de enamorarme más de santa Teresa de Jesús, de san Juan de la Cruz y del proyecto de vida que ellos iniciaron! Quería fotografiarlo todo, todo. Ojalá todo el Carmelo pudiera hacer un viaje similar. Solo puedo dar gracias a Dios por haber participado. P. Luciano (República Dominicana – Cuba).

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