Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 11 de abril de 2013

Cómo echar a perder a su hijo


Les envío 10 normas infalibles para echar a perder a su hijo, tomadas de internet. El texto es duro, pero puede servir para hacernos reflexionar.

1. Empiece por dar a su hijo durante la infancia TODO lo que le pida. Así, él crecerá con la idea falsa de que todo el mundo debe servirle.

2. No le riña nunca y cumpla todos sus caprichos, ya que al negárselos podría crearle un complejo de frustración.

3. Cuando aprenda malas palabras, celébrele el chiste, así creerá que es muy gracioso y lo estimulará a aprender otras groserías que le sacarán a usted de quicio dentro de unos años.

4. Nunca le dé educación religiosa. Espere a que su “niño” sea mayor para que decida por sí mismo (y espere también a que decida por sí mismo si quiere vacunarse o ir a la escuela).

5. Evite usted el uso de las palabras “malo” y “pecado”. Podría crearle un complejo de culpabilidad.

6. Recoja todo lo que él deje tirado: libros, zapatos, ropa, etc. Y no le encargue ninguna tarea doméstica, para que aprenda a dejar siempre la responsabilidad a los demás.

7. Déjelo leer historietas, noveluchas, pornografía y cuantas cosas caigan en sus manos. Permítale acceso sin control a internet y que siga por televisión los programas que él quiera, independientemente de sus contenidos. Así su cerebro, lleno de inmundicia, “se desarrollará sin prejuicios”.

8. Riña bastante con su cónyuge e insúltense todo lo que puedan en presencia del niño. Así no sentirá el terrible choque cuando llegue la separación o el divorcio.

9. Póngase siempre de su parte contra los vecinos, los profesores y, cuando sea el caso, contra la policía. Todas estas personas le tienen manía a su hijo.

10. Nunca se preocupe por darle buen ejemplo y cuando alguien le busque a usted y no quiera ser interrumpido, ordénele que diga que no está, para que desde pequeño aprenda a salir de apuros usando la mentira.

Después de seguir estas sencillas instrucciones, prepárese para vivir tranquilamente... Usted se lo merece. Y cuando su niño sea un delincuente, apresúrese a exclamar: ¿Qué habré hecho, Dios mío, para merecer esto?

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