Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 10 de julio de 2014

El Monte Carmelo en la tradición cristiana


Como hemos visto los días pasados, en el Monte Carmelo se reúnen las tradiciones bíblicas sobre la Creación, la Alianza, el pecado del pueblo, el Exilio, las promesas de los profetas… hasta la llegada del Mesías. 


Todo este bagaje espiritual fue recogido y desarrollado por los Santos Padres, que ven en su hermosura una pregustación de la armonía final. 

Un apócrifo del s. IV cuenta que María fue llevada en sueños hasta la gruta del profeta Elías en el Carmelo. Desde allí vio el mar, la montaña, las fértiles huertas… Al contemplar la belleza del lugar, se dijo: «Estoy en el Paraíso». Entonces, el Ángel del Señor le respondió: «No estás en el Paraíso, pero si quieres colaborar con Dios, ofreciéndole tu vida, la tierra entera se convertirá en un Paraíso».

Al leer el Cantar de los Cantares, que habla de la belleza de la esposa, a la que se ha dado «la hermosura del Carmelo», los Santos Padres lo aplican a María y a la Iglesia, embellecidas por la gracia de Cristo. 

Un autor desconocido del s. IV escribe: «Con justicia se compara la cabeza de la Iglesia con el Carmelo. De hecho, la palabra Carmelo significa “ciencia de la circuncisión” y Cristo concluyó con la circuncisión del cuerpo e inauguró la circuncisión del corazón». 

Esta extraña etimología se repite entre los Padres griegos y pasó después a los escritores latinos: «Carmelo significa “ciencia de la circuncisión”; por eso la Virgen es llamada Carmelo, porque no estuvo sometida a los deseos carnales y su hijo no fue concebido por el querer humano, sino solo por la obra de Dios» (Felipe de Harveng. S. XII). 

Los escritores medievales interpretaron la circuncisión como símbolo de la virginidad del cuerpo y del alma, como privación de los pecados y amor a la castidad. Al traducir Carmelo como «ciencia de la circuncisión» vieron en el nombre de la montaña un anuncio profético de la Virgen María y de los monjes que se consagraban a vivir en continencia al servicio del Reino de Dios.

Pero serán los autores carmelitas los que más desarrollaron el significado espiritual del monte y sus relaciones con el profeta Elías y la Virgen María, «reina y hermosura del Carmelo». Especialmente san Juan de la Cruz, con su obra Subida al Monte Carmelo, ha unido el nombre de la santa montaña al esfuerzo espiritual del cristiano que quiere unirse con Cristo.

En la foto de arriba se ve la cúpula del monasterio Stella Maris de Haifa, donde están representadas las tradiciones carmelitanas sobre el Carmelo.

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