Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 26 de diciembre de 2021

Jesús nació en el seno de una familia


Jesús nació en el seno de una familia. Aprendió a hablar, a caminar y a rezar en el seno de una familia. Tal como dice el evangelio, creció "en edad, en sabiduría y en gracia" en el seno de una familia.

Los evangelios hablan de sus "hermanos" (sus familiares más cercanos) y conocemos el nombre de sus abuelos maternos (san Joaquín y santa Ana), de sus "padres" (María y José), de algunos primos y tíos: Juan bautista, Zacarías e Isabel, Santiago...

Como cada uno de nosotros, Jesús nació desvalido y necesitó de una familia que lo cuidara y protegiera en su infancia. Es el misterio de la encarnación: el Hijo de Dios ha querido hacerse de verdad uno de nosotros, compartiendo nuestra naturaleza y nuestra historia.

De esta manera, nos enseña la importancia de la vida ordinaria, hecha de relaciones familiares y de amistad, de estudio y trabajo, de alegrías y sufrimientos. Allí se hace presente Dios y allí hemos de encontrarlo.

Como María, aunque muchas veces no entendamos los acontecimientos, hemos de conservarlo todo en el corazón (cf. Lc 2,50-51), convirtiendo las relaciones familiares y el resto de la vida cotidiana en oración.

Lo mejor de todo es que Jesús nos hace miembros de su familia. No importa que nuestra familia no sea ideal o que las relaciones sean a veces difíciles. ¡Jesús y María son mi familia!, ¡la Iglesia en mi familia!, ¡formo parte de la familia de Dios!

Feliz fiesta de la sagrada familia a todos.

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