En esta exhortación, el papa afirma que «Teresita es una de las santas más conocidas y queridas en todo el mundo. Como sucede con san Francisco de Asís, es amada incluso por no cristianos y no creyentes. También ha sido reconocida por la UNESCO entre las figuras más significativas para la humanidad contemporánea». Por eso, añade: «Nos hará bien profundizar su mensaje».
Después de recordar su encuentro con el papa León XIII y la enorme influencia de sus escritos en los papas sucesivos (Pío X, que la consideró «la santa más grande de los tiempos modernos»; Benedicto XV, que la declaró venerable; Pío XI, que la beatificó, canonizó y declaró patrona de las misiones; Pío XII, que la declaró copatrona de Francia; Pablo VI, que fue bautizado el día en que ella falleció, ofreciendo sus sufrimientos por los niños que fueran bautizados ese día; Juan Pablo II, que la declaró doctora de la Iglesia, y Benedicto XVI, que la propuso como «guía para todos, especialmente para los teólogos»), expone algunos elementos de su doctrina, que «forma parte del tesoro espiritual de la Iglesia».
EN PRIMER LUGAR, subraya su total referencia a Jesús, que vivió su existencia terrena orientado a los demás y nos invita a hacer lo mismo.
EN SEGUNDO LUGAR, subraya el caminito de la confianza y el amor que Teresita nos propone, más allá de todo mérito, lo que supone un estímulo para «quienes se sienten frágiles, limitados, pecadores».
EN TERCER LUGAR, habla de «el amor más grande en la mayor sencillez», «en las cosas más simples de la existencia cotidiana», en compañía de María, que «es la más grande del reino de los cielos porque es la más pequeña» y en el corazón de la Iglesia «amante, humilde y misericordiosa», deseando vivir su cielo en la tierra, haciendo el bien a las almas, derramando una lluvia de rosas.
EN CUARTO LUGAR y como conclusión, el papa recuerda que Teresita no se detiene en cosas secundarias, sino que se concentra en lo esencial del evangelio, «que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario». «Su genialidad consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable»: la sencillez, la primacía absoluta del amor, la confianza y el abandono.
Concluye el papa con una hermosa oración:
«Querida santa Teresita, la Iglesia necesita hacer resplandecer el color, el perfume, la alegría del evangelio. ¡Mándanos tus rosas! Ayúdanos a confiar siempre, como tú lo hiciste, en el gran amor que Dios nos tiene, para que podamos imitar cada día tu caminito de santidad. Amén».
La ilustración es de la estadounidense Kristyn Brown.
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