La evocación de su muerte, que se celebra cada año durante la noche del 13 al 14 de diciembre, es un acontecimiento que toca los corazones.
Para mí esta ciudad y este convento conservan, además, otros recuerdos personales. Allí hice yo mi noviciado, durante el cual cumplí 19 años y allí hice mi profesión religiosa el 21 de septiembre de 1986, el día en que cumplí 20 años.
Para un religioso, el tiempo del noviciado es una oportunidad de conocer la vida carmelitana desde dentro, dedicado por entero a la oración litúrgica y personal, a la convivencia fraterna y al estudio del carisma carmelitano, las constituciones, la historia, etc.
Yo tuve la gran bendición de que el superior de la casa, el maestro de novicios y otros hermanos eran personas totalmente identificadas con su vocación, que nos transmitían su entusiasmo incluso sin necesidad de palabras.
A continuación pongo algunas fotografías del convento, la iglesia y el museo sanjuanista, para que puedan conocerlo:
Fachada principal. A la izquierda está la entrada a la iglesia de san Miguel (la más grande) y de frente el oratorio construido sobre el lugar donde estaba la habitación en la que murió el santo y el lugar donde fue enterrado.
Vistas de los olivares desde los jardines del convento.
Sepulcro sobre el lugar donde estuvieron sus restos desde su fallecimiento en 1591 hasta que fueron trasladados a Segovia en 1593.
Sala de los bordados litúrgicos.
Imagen del Niño Jesús proveniente de Granada. Según la tradición, un día de Navidad, después de misa, san Juan de la Cruz agarró esta imagen y con ella en brazos bailaba cantando: "Mi dulce y tierno Jesús, si amores me han de matar, ahora tiene lugar".
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