Esta entrada la tenía programada desde hace algunos días. Como es natural, dada la situación incierta que se está viviendo en Tierra Santa, esperaremos algún tiempo a ver cómo evolucionan los acontecimientos antes de decidir si continuamos con la peregrinación en las fechas programadas o si tenemos que aplazarla. Todo dependerá de lo que dure el conflicto y de sus consecuencias. Mientras tanto, oramos por la paz en Tierra Santa y en todo el mundo. El Señor tenga misericordia de todos los que sufren las nefastas consecuencias de las guerras.
Ya les he anunciado en otras ocasiones que tendremos una peregrinación a Tierra Santa del 9 al 18 de abril del 2024. Les propongo algunas fotografías de lugares que visitaremos.
La llamada "torre de David" vista desde las murallas. Era la antigua ciudadela (la fortaleza donde residían los gobernantes).
El valle de Hebrón, que separa el Monte de los Olivos (a la izquierda) de la ciudad de Jerusalén (a la derecha).
En la base de la torre detrás de la palmera está la "puerta dorada" de las murallas de Jerusalén, por donde entró Jesús a lomos de un burrito el Domingo de Ramos.
En primer plano, la iglesia de san Esteban protomártir, detrás vemos la iglesia de Getsemaní y más atrás la de santa María Magdalena.
Vista de los tejados de Nazaret y de la cúpula de la basílica de la anunciación, construida sobre la casa de la Virgen María.
El río Jordán a su paso por Yardenit.
Callejuelas de Jaffa, donde san Pedro tuvo una visión en la que comprendió que todos los alimentos son puros y todas las personas están llamadas a la salvación, independientemente de su raza o lugar de proveniencia.
Les propongo una poesía-oración de Amado Nervo que he adaptado para la circunstancia (en origen es un réquiem por los difuntos).
¡Oh, Señor! Dios de los ejércitos, / eterno Padre, eterno Rey,
por este mundo que creaste / con la virtud de tu poder;
porque dijiste: la luz sea, / y a tu palabra la luz fue;
porque coexistes con el Verbo, / porque contigo el Verbo es
desde los siglos de los siglos / y sin mañana y sin ayer,
acompaña a los peregrinos / que visitamos Israel.
¡Oh Jesucristo, por el frío / de tu pesebre de Belén,
por tus angustias en el Huerto, / por el vinagre y por la hiel,
por las espinas y las varas / con que tus carnes desgarré,
y por la cruz en que borraste / todas las culpas de Israel;
Hijo del Hombre, desolado, / Resucitado, eterno Juez,
acompaña a los peregrinos / que visitamos Israel.
¡Divino Espíritu, Paráclito, / aspiración del gran Yahvé,
que unes al Padre con el Hijo, / y siendo el Uno sois los Tres;
por la paloma de alas níveas, / por la inviolada doncellez
de aquella Virgen que en su vientre/ llevó al Mesías Emmanuel;
por las ardientes lenguas rojas / con que inspiraste ciencia y fe,
acompaña a los peregrinos / que visitamos Israel.
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