Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 4 de octubre de 2023

Y floreció el almendro. Muerte de santa Teresa de Jesús


Este cuadro es obra de la pintora cisterciense Isabel Guerra, se titula "Y floreció el almendro" y se encuentra en la catedral de Toledo. Representa el momento de la muerte de santa Teresa de Jesús en brazos de la beata Ana de san Bartolomé, la noche del 4 al 15 de octubre de 1582. Sí, has leído bien, no es una errata. Teresa murió durante la noche que va del 4 al 15 de octubre de 1582. Es que Teresa fue original hasta para morirse.

Lo hizo a los sesenta y siete años de edad. Los testigos presenciales recogen dos expresiones suyas profundamente significativas:

Por un lado, afirmó: «Muero, al fin, hija de la Iglesia», que es como un grito reivindicativo: aunque vivió siempre bajo sospecha y muchas veces amenazada, sus enemigos no consiguieron expulsarla de la comunidad cristiana. 

Por otro lado, dirigiéndose a Jesús, exclamó antes de fallecer: «Es tiempo de caminar». Muchos la querían encerrada e inactiva, pero ella había recorrido los caminos al servicio de Cristo y de los hermanos y pensaba seguir haciéndolo después de muerta.

Precisamente el día de su fallecimiento se reformó el calendario. Hasta entonces se usaba el «juliano», instituido por Julio César en el año 46 a.C., que constaba de doce meses de treinta días cada uno, con cinco días de menos al año y uno bisiesto cada cuatrienio. 

El problema es que el año solar dura 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, por lo que se perdían 11 minutos al año que, con el pasar de los siglos, se fueron acumulando.

El emperador Aureliano lo reajustó el año 270 d.C., pero tenía el inconveniente de que se seguían perdiendo algunos minutos cada año. 

Después de complicadísimos cálculos realizados en la universidad de Salamanca, el papa Gregorio XIII ordenó que se empezara a utilizar una nueva manera de contar el tiempo: el calendario «gregoriano», que sigue vigente hasta el presente y solo tiene un desfase de 26 segundos al año, por lo que se necesitan 3.323 años para que se pierda un día.

Para arreglar el desfase entre la vieja y la nueva manera de contar el tiempo, se eliminaron once días del calendario, de manera que santa Teresa se murió el 4 de octubre a las 9 de la noche y el funeral se celebró el día siguiente, 15 de octubre, a las 10 de la mañana. 

En los once días que van del 4 al 15 de octubre de 1582 no sucedió nada, aparte de la muerte de santa Teresa de Jesús. Ya les he dicho que esta gran santa fue original en todo, hasta en el momento de su muerte.

Además, las monjas que estuvieron presentes atestiguan que esa noche floreció el almendro del patio del monasterio de Alba de Tormes ¡en pleno mes de octubre! (los almendros florecen entre febrero y marzo). De ahí el título del cuadro.

Por último, el reloj del monasterio se paró a las nueve de la noche, después de sonar las campanadas, en el momento en que falleció la madre Teresa. (Pueden verlo en la foto). Y sigue parado desde entonces. 

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