El cuarto jueves de noviembre se celebra en Estados Unidos el "Thanksgiving" y, al día siguiente, el "Black Friday", con el que en los años pasados se daba inicio a la temporada navideña en los negocios. En Europa se retrasaba unos días, hasta primeros de diciembre.
Pero en nuestros días las cosas han cambiado y a partir de octubre ya se pueden ver iluminaciones en las calles y adornos navideños en los comercios. Los niños realizan sus representaciones navideñas en los colegios y muchas empresas celebran cenas navideñas para sus empleados.
No solo han cambiado las fechas de la Navidad (que se han adelantado), sino también los contenidos. Muchos ya no dicen "Feliz Navidad" o "Felices Pascuas", sino solo "Felices fiestas". Y en las decoraciones cada vez hay menos imágenes de Jesús, María y José y más de Santa Claus y sus duendes.
Estas fiestas de invierno han desplazado a la Navidad cristiana y han eliminado totalmente el Adviento para la mayoría de nuestros contemporáneos, hasta el punto de que muchos ya no saben lo que significa la palabra "Adviento". Por eso vamos a intentar explicar su sentido teológico y espiritual.
La palabra latina “Adventus” traduce la palabra griega “Parousía”. En ambos casos se refería a la visita del emperador a una ciudad con los consiguientes festejos: banquetes, reparto de monedas entre la población, liberación de encarcelados, cancelación de deudas e impuestos… También podía referirse a las manifestaciones de los dioses, a sus deseadas visitas a la tierra.
Como no tenían otras palabras mejores, los primeros cristianos aplicaron estos términos a la futura venida del Señor en gloria. Con el tiempo, la palabra “Parusía” se reservó para esa esperanza final y la palabra “Adviento” para el tiempo litúrgico anterior a la Navidad.
Durante el Adviento nos disponemos para acoger al Señor, que viene a salvarnos. Podemos hablar de tres venidas suyas: una pasada, una futura y una presente.
- Jesús VINO al mundo en la humildad de la carne, naciendo de la Virgen María hace 2000 años,
- Jesús VENDRÁ con gloria al final de los tiempos para llevar a plenitud su obra salvadora.
- Jesús VIENE siempre a nuestro encuentro, en cada acontecimiento, en las alegrías y en las tristezas, por lo que queremos estar en vela para acogerlo cuando llega a nuestras vidas.
Somos conscientes de que necesitamos a Jesús en nuestras vidas y de que sin él no podemos nada; por eso, en los cantos del Adviento insistimos: "Ven, Señor, no tardes en llegar". Que él nos conceda estar siempre con las lámparas encendidas, preparados para acogerle cuando venga a nuestro encuentro. Amén.
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