Junto a la cruz de Jesús estaba su madre llorando. Mientras su Hijo moría, ella clamaba: "Hijo mío, ¡qué grandes pecados has cargado sobre tus espaldas y has clavado en la cruz! Cuando eras niño, yo te protegí y libré de los peligros, pero ahora no puedo ayudarte y tú me dejas sola. Tú eras mi luz y mi fortaleza, y ahora me quedo sola. Mi Hijo y mi Dios, escucha mi plegaria y dame fuerzas para sobrellevar esta tribulación permaneciendo de pie junto a tu cruz".
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