El 16 de julio se celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, madre y patrona de la familia carmelitana, patrona de los pescadores y marineros, de Chile y de un gran número de ciudades e instituciones de todo el mundo. Como preparación a su fiesta, en muchos lugares del mundo se celebra una "novena" del 7 al 15.
La oración más conocida a la Virgen del Carmen es la compuesta por san Simón Stock, que dice "Flos Carmeli..." He copiado la letra en latín y español aquí, además de enlazar a un video con hermosas imágenes.
A continuación recojo una oración basada en la primera estrofa de este himno:
Flor del Carmelo. Vienes a nosotros como una flor y sacas de nosotros el asombro. Te acercas con tu claridad de vida y despiertas en nosotros lo mejor. Tu vida huele a bienaventuranza. Te buscamos y te encontramos metida en el corazón de la vida. ¿Qué pasará si dejamos que tu perfume recorra nuestra interioridad? ¿Qué ocurrirá si exponemos nuestros secretos a la luz de tu mirada? Todo es cuestión de atreverse. Las distancias más largas se acortan cuando damos un paso. Jesús en Ti nos espera y Él es fiel.
Viña florida. Como una danza en los brazos de tu gracia con la música del amor, así eres Tú. Como fruto de la Palabra creadora, que vence la nada y crea el ser, así te presentas a nosotros. Abres caminos de esperanza, ofreces espacios de fiesta en medio de la Iglesia, eres perdón a manos llenas, sinfonía del Reino. Al acercarnos a ti respiramos santidad, porque Dios en ti lo llena todo. Tú despiertas en nosotros la gratuidad más inesperada. Nos muestras a Jesús, el mejor fruto.
Esplendor del cielo. Pisas tierra y eres cielo. Te abajas y Dios te levanta. Estás vestida de carne y quien te mira ve a Dios. Como una luz que ilumina los caminos, das razones para vivir, para esperar. ¡Qué bien se está cuando se está contigo! Si nos acercamos a Ti, nos descubres lo que es andar en verdad. Si después de andar perdidos volvemos a Ti, nos metes en tu regazo y nos envuelves en la misericordia y la ternura. En ti, Dios nos muestra un lujo de bondad que aletea sobre todo lo creado. Jesús es tu belleza y es la nuestra.
Virgen fecunda y singular. ¿Cómo es posible imaginar tanto amor en una virgen? ¡Qué hermosa tu interioridad habitada por la gracia! Todo en Ti es regalo. Excavas una sed muy honda en los adentros y tu fuente, que mana sin cesar, nos enamora. Nos metes en la interior bodega y allí nos muestras al Dios, que es tan amigo de dar y de darse por entero. Así despiertas en nosotros la belleza y el gozo de ser todo de Dios. Buscadora de amores, orientas nuestros ojos hacia Jesús, plenitud insospechada de todas nuestras búsquedas.
¡Oh Madre tierna, intacta de hombre! Te recibes más que te haces, todo lo esperas del Dios que levanta del polvo al desvalido. Te dejas habitar por Dios, y Él hace de Ti un icono de su presencia y bondad en nuestra tierra. Ofreces tu silencio al que es la Palabra y te conviertes en casa de acogida de todos los clamores de la tierra. Tu soledad, visitada por el Misterio de la Trinidad, hace de Ti una Madre llena de ternura. Recoges las tristezas y dolores de este mundo y sale de tus labios un Magnificat al Padre, que todo lo deja vestido de hermosura. Madrugas para mantener encendido el fuego del hogar y en tus brazos siempre nos muestras al fruto de tu vientre, a Jesús.
A los carmelitas proteja tu nombre. Hermana entre hermanos, amiga, confidente, Tú nos invitas a entrar en la interioridad habitada, nos enseñas a decir Sí a Dios, nos alientas para entregar la vida como un humilde servicio a todos los pequeños. ¿Qué te daremos que no hayamos recibido, antes, de Ti? Nos bendices con un trozo de tu vestido que cubre nuestro pecho, y un beso, una plegaria, una canción, una mirada, una entrega? son las flores con que nosotros respondemos a tu amor. Porque sabes que el tesoro lo llevamos en unas frágiles vasijas de barro, nos proteges dándonos a Jesús, ayuda, esfuerzo, amigo verdadero.
Estrella del mar. Estamos en mar abierto, embravecido, y Tú eres nuestro faro en medio de la noche. Se rompe en dos nuestra pobre barquichuela y Tú nos salvas con tu mano dulce y amorosa. Expuestos a mil peligros, enfermedades y cansancios, te vemos como una estrella que marca los caminos. Se convierte nuestro jardín en páramo sediento y Tú nos besas y vuelve a nuestros ojos la esperanza. Cuando todo en nosotros se hace oscuro, nos muestras a Jesús y nuestra nada queda levantada por su todo. ¡Qué gran regalo vivir siempre contigo! ¡Qué libertad! ¡Cuánta alegría!
He tomado el texto de aquí.
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