La primera lectura nos recuerda que los cristianos de los orígenes se reunían en las casas para la fracción del pan, que es como llamaban entonces a la eucaristía. Solo nos da dos características de cómo se realizaba el encuentro: «con alegría y sencillez de corazón».
Debemos recuperar estas dos características para que nuestras misas (y todas nuestras celebraciones cristianas) sean más auténticas, más fieles a los orígenes. La sencillez y la alegría deberían ser las notas específicas de los cristianos que se reúnen para encontrarse con Jesús resucitado.
¡Feliz domingo a todos!
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