Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 28 de abril de 2024

Hermana Felicia, Chiquitunga


La hermana Felicia de Jesús Sacramentado nació en Villarrica (Paraguay) en 1925 y murió en Asunción en 1959, con 34 años. En familia la llamaban Chiquitunga. Fue beatificada el año 2018.

Con 16 años entró en la Acción católica y se consagró a dar catequesis a niños y, más tarde, a jóvenes universitarios, así como a prestar distintos servicios a los pobres, enfermos y ancianos. Por entonces escribió:

“Nunca pensé que sería tan feliz llevando consuelo a los necesitados. Mi único deseo es ser apóstol de Jesús”.

Estudió magisterio y ejerció de maestra, compaginando el trabajo con el apostolado. Antes de hacerse monja, escribió:

«Quiero abrazarlo todo. Que siempre tenga un canto y una sonrisa en mis labios, aunque en mi corazón lleve las heridas del desengaño y la incomprensión, y aunque todo a mi alrededor se derrumbe, que pueda cantar tus glorias y decirte: “¡Gracias, Señor!” Estoy relativamente tranquila, casi indiferente, como ausente de todas las cosas. Sobre todo, quiero aumentar mi vida de unión con mi Dios, de intimidad profunda, que me resulta bastante difícil. ¡Cuánto me gustaría realmente conversar con él, sin preocuparme por tiempos, momentos y lugares! ¡Lo necesito tanto, que espero poder tener esos días para llenarme de mi Dios y luego poder desbordar su palabra, su ejemplo, su vida en todas las almas! Yo ya he decidido mi vocación: no veo mi felicidad fuera de una entrega total, de abnegación y sacrificio, y de una inmolación constante de mi vida para la gloria de Dios y la salvación de las almas y del ¡santificación de los sacerdotes! El miércoles 2 de febrero, con una sencilla ceremonia, si Dios y la Virgen María quieren, dejaré todo atrás para abrazarlo solo a él, el único que puede satisfacer las insondables inquietudes del corazón. Dios mío, Santísima Trinidad, Jesús Crucificado, Nuestra Señora del Carmen, solo una cosa os pediré, lo demás vendrá a mí y me lo daréis por añadidura. Lo que pido es Amor para poder amar, y con él nada me faltará, nada me sobrará».

Se hizo carmelita descalza con 30 años. En el convento, escribió: «Yo me entrego a ti, no sé a qué, pero me entrego; con miedo y cobardía, pero me entrego... Confiada solo a tu misericordia, me arrojo a esto que sobrepasa toda fuerza humana y más aun la mía... ¡Ten piedad de mí! ¡Ayúdame a querer lo que tú quieras, Jesús!»

4 años después contrajo una hepatitis y desarrolló otras enfermedades que la llevaron a la muerte. Ella decía: “Quiero vivir y morir por Jesús. Él es mi vida”. 

Murió el domingo de Pascua y pidió a sus hermanas que leyeran para ella el poema "Vivo sin vivir en mí" de santa Teresa de Jesús.

Sus últimas palabras, antes de fallecer, fueron: "Jesús, te amo, ¡qué dulce encuentro!"

Escribió algunos poemas en los que dejó reflejada su vida espiritual. Veamos un par de ellos:

Dejadme, que voy de prisa,
tengo cita con mi Amado,
que, si llego tarde a su lado,
ya en sus labios no brilla la risa.

Dejadme, que voy apurada
que estoy loca por llegar,
que no sea que el lugar
encuentre por otra ocupada.

Tengo que llegar ahora,
para sentarme a su mesa,
donde en vez de la cerveza
su sangre pura me ofrece;

y donde como manjar
ofrece a su ingrata amada
su cuerpo ya traspasado
de amor, de dolor y de paz.

Dejadme, que voy de prisa,
tengo cita con mi Amado;
dejadme, que voy apurada,
tengo prisa por llegar.

*******

Qué bien se está, Jesús, cuando se está contigo.
Las rodillas en el suelo y los brazos en cruz;
Media noche y rodeada de misterio,
Solo el alumbrar de algunas estrellas la luz.

Qué bien se está, Jesús, cuando se está contigo,
Reclinada la frente sobre tu pecho, ¡así!;
Y mientras, van pasando las horas más sublimes,
Como el perfume suave de aquel blanco jazmín.

Qué bien se está, Jesús, cuando se está contigo…

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