¡Feliz Pascua de resurrección! Cristo ha vencido a la muerte, aleluya, y nos ha abierto el camino hacia la vida eterna, aleluya.
Ya han terminado las seis semanas de la Cuaresma y hoy comenzamos las siete semanas de la Pascua. En la Biblia, los números no tienen valor matemático, sino simbólico. Seis es un número imperfecto: el tiempo del trabajo y del esfuerzo. Siete es un número de plenitud y cumplimiento: el tiempo de la fiesta y de la salvación.
Durante cuarenta días, la Iglesia se ha preparado para celebrar con solemnidad y gozo la gran fiesta de Pascua, que comienza hoy y dura hasta el día de Pentecostés, dentro de cincuenta días.
El día de Pascua, María Magdalena y las otras mujeres fueron al sepulcro a buscar el cadáver del Señor, pero él no estaba allí. Jesús no quedó encerrado en el sepulcro, en el pasado. Él está vivo y camina con nosotros, dándonos fortaleza, todos los días, hasta el fin del mundo.
Nuestra alegría brota de esta certeza: Cristo no se ha quedado en el sepulcro, ha vencido a la muerte y nos ha abierto el camino de la vida en plenitud. Desde el principio, la Iglesia ha confesado a Cristo como «el primogénito de los que resucitan», el primero de los que vencen a la muerte. Nosotros también esperamos resucitar con Cristo y participar de su gloria en el cielo.
En el evangelio, Jesús dice: «Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo» (Jn 14,19). Esta es la gran noticia de la Pascua: Cristo está vivo y nosotros podemos verlo por la fe, ya que camina a nuestro lado, dándonos ánimos y alimentando nuestra esperanza.
Dios nos concede pregustar la salvación eterna y definitiva en las celebraciones litúrgicas, en las que se nos anuncia la gloria de la resurrección y recibimos el Cuerpo glorioso de Cristo resucitado como alimento de inmortalidad, como anticipo de vida eterna.
Que Cristo resucitado reine en nuestras vidas y nos resucite con él. Amén.
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