En el día del funeral y entierro del papa Francisco, comparto una foto de su tumba en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma.
Quiero dar gracias a Dios por formar parte de la Iglesia católica, en la que los sucesores de san Pedro están llamados a confirmar en la fe a sus hermanos y a ser el referente en nuestro camino de fe, con su vida y predicación.
Hemos de reconocer que los papas de los últimos cien años han sido todos personas de profunda preparación intelectual y de gran coherencia de vida evangélica, aunque cada uno con su personalidad propia.
Aunque humanamente nos pueda caer mejor un papa u otro, para nosotros lo más importante no es la persona que ocupa ese cargo, sino la misión que le corresponde. Por eso, se llame Juan Pablo, Benedicto, Francisco o de cualquier otra manera, oramos por él y escuchamos sus enseñanzas con afecto filial.
El papa Francisco fue el primero nacido en tierras americanas. La Iglesia católica está extendida por toda la Tierra, porque así lo quiso Jesucristo, que envió a sus primeros discípulos a anunciar el evangelio hasta los confines del mundo.
Hoy damos gracias a Dios por su ministerio petrino durante los últimos doce años y le pedimos que lo acoja en el cielo.
Dale, Señor, el descanso eterno. Y brille para él la luz eterna. Su alma, por la misericordia de Dios, descanse en paz. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario