Nos preparamos para celebrar el primer domingo de Cuaresma, en el que reflexionaremos sobre el retiro de Jesús en el desierto y las tentaciones.
El Espíritu Santo, que descendió sobre Jesús en el momento de su bautismo, a continuación lo empujó al desierto, al retiro, a la soledad, al silencio.
Más tarde, movido siempre por el mismo Espíritu, Jesús se dedicó a la predicación y a realizar obras de misericordia con los enfermos y necesitados.
Cada uno de nosotros está llamado a dejarse iluminar por el Espíritu Santo, como Jesús, y a dejarse "empujar" por el Espíritu en estas dos dimensiones: la oración en soledad y las obras de misericordia. Ambas cosas son necesarias y complementarias.
Cada uno de nosotros está llamado a dejarse iluminar por el Espíritu Santo, como Jesús, y a dejarse "empujar" por el Espíritu en estas dos dimensiones: la oración en soledad y las obras de misericordia. Ambas cosas son necesarias y complementarias.
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