Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

jueves, 6 de mayo de 2021

Dios es más tierno que una madre


Santa Teresita del Niño Jesús (de Lisieux) escribió que "Dios es más tierno que una madre". Citando el salmo 103 [102], afirma que la justicia de Dios se manifiesta en que él «no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga conforme a nuestras culpas», porque «tiene en cuenta nuestras debilidades, conoce perfectamente la debilidad de nuestra naturaleza». Eso es lo que Dios hace con el hijo pródigo: no lo trata como si fuera plenamente responsable de sus actos, porque comprende su fragilidad. Por eso, en lugar de castigarlo, lo acoge con amor. Por eso, ella afirma: 

«Me parece que si todas las criaturas gozasen de las mismas gracias que yo, nadie tendría miedo a Dios, sino que le amarían con locura; y ni una sola alma consentiría nunca en disgustarle, pero no por miedo sino por amor. […] A mí me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas...! Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás) me parece revestida de amor... ¡Qué dulce alegría pensar que Dios es justo!; es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestra naturaleza. ¿De qué voy, pues, a tener miedo? El Dios infinitamente justo, que se dignó perdonar con tanta bondad todas las culpas del hijo pródigo, ¿no va a ser justo también conmigo, que estoy siempre con él?» (ms a 83v-84r).

El papa Francisco, que es un gran devoto de santa Teresita, hablando del amor de Dios, afirmó: «Como la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así hace el Señor con nosotros. Todos los cristianos estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza, que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero solo podremos hacerlo si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por él, de ser amados por él. Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla... El Señor es padre y él dice que nos tratará como una mamá a su niño, con ternura... La gente de hoy tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien» (Homilía, 07-07-2013).

Es verdad que Dios no es hombre ni mujer, pero las dos imágenes (del padre y de la madre) nos ayudan a comprender algo de su ternura. 

Aquí hablamos de la paternidad de Dios:
- Orar es decir Padre. «Padre». En esta palabra se encierra la conciencia que Jesús tiene sobre la identidad de Dios (de su manera de ser y actuar) y sobre su propia identidad. Él se sabe «Hijo» de Dios y mantiene con su Padre una relación de confianza y obediencia absolutas.

Aquí hablamos de las parábolas de la misericordia:
Las parábolas de la misericordia. Son tres: el pastor que busca la oveja perdida, la mujer que busca la moneda perdida, y el padre que espera el regreso del hijo pródigo (icono de arriba). Las tres escenas terminan con sus protagonistas haciendo fiesta. Es hermoso saber que somos importantes para Dios, que nos busca como el pastor a la oveja extraviada o como la mujer a la moneda perdida, que siempre espera que nos volvamos a él, como el padre del hijo pródigo.

Aquí hablamos de las palabras que se usan en hebreo para hablar de la compasión y misericordia de Dios:
El Señor es compasivo y misericordioso. Cuando decimos que Dios es compasivo y misericordioso, estamos afirmando que 
- Nos ama de una manera incomprensible, con un amor que le brota de las entrañas, como el de una madre, que no se puede entender ni explicar (Rehamîm).
- Nos ama porque ha hecho la opción de amarnos, ha empeñado su palabra y él es siempre fiel (Jesed).

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