Tiene sentido en el contexto de Navidad, a pesar de que no se introdujo en la liturgia hasta 1893, por mandato del papa León XIII, y ha sido cambiada de fecha en varias ocasiones.
Posee lecturas propias en cada ciclo, con referencias a la infancia de Jesús en el seno de la Sagrada Familia, propuesta como «maravilloso ejemplo» para los fieles, que están llamados a imitar su vida.
También las lecturas de la liturgia de las horas insisten en la ejemplaridad de la Sagrada Familia de Nazaret. Especialmente la alocución del papa Pablo VI, que la propone como modelo de silencio, de comunión en el amor y de sencilla laboriosidad.
Coincidiendo con esta fiesta, en muchos lugares se tienen celebraciones especiales en defensa de la familia y de la vida.
Posee lecturas propias en cada ciclo, con referencias a la infancia de Jesús en el seno de la Sagrada Familia, propuesta como «maravilloso ejemplo» para los fieles, que están llamados a imitar su vida.
También las lecturas de la liturgia de las horas insisten en la ejemplaridad de la Sagrada Familia de Nazaret. Especialmente la alocución del papa Pablo VI, que la propone como modelo de silencio, de comunión en el amor y de sencilla laboriosidad.
Coincidiendo con esta fiesta, en muchos lugares se tienen celebraciones especiales en defensa de la familia y de la vida.
Esta fiesta nos ayuda a comprender mejor lo que celebramos en Navidad: El Hijo de Dios se ha hecho hombre en un tiempo y en un lugar concretos, en el seno de una familia determinada, que lo cuidó y protegió. De ellos aprendió a hablar, a caminar, a rezar.
"Esto nos lleva a pensar en la dimensión educativa imprescindible de la familia, donde se aprende a convivir, se transmite la fe, se afianzan los valores y se va encauzando la libertad, para lograr que un día los hijos tengan plena conciencia de la propia vocación y dignidad, y de la de los demás. El calor del hogar, el ejemplo doméstico, es capaz de enseñar muchas más cosas de las que pueden decir las palabras..." (Benedicto XVI).
"El Niño Jesús con su Madre María y con san José son una imagen familiar sencilla pero muy luminosa. La luz que ella irradia es luz de misericordia y de salvación para todo el mundo, luz de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia. Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos alienta a ofrecer calor humano en esas situaciones familiares en las que, por diversos motivos, falta la paz, falta la armonía y falta el perdón. Que no disminuya nuestra solidaridad concreta especialmente en relación con las familias que están viviendo situaciones más difíciles por las enfermedades, la falta de trabajo, las discriminaciones, la necesidad de emigra, dificultades para comprenderse e incluso de desunión" (papa Francisco).
Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y supliquémosle, diciendo:
Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y supliquémosle, diciendo:
— Señor Jesús, tú que quisiste ser obediente, santifícanos.
Oh Jesús, Palabra eterna del Padre, que quisiste vivir bajo la autoridad de María y de José,
Oh Jesús, Palabra eterna del Padre, que quisiste vivir bajo la autoridad de María y de José,
— enséñanos a vivir en la humildad y en la obediencia.
Maestro de los hombres, que quisiste que María, tu madre, conservara en su corazón tus palabras y tus acciones,
Maestro de los hombres, que quisiste que María, tu madre, conservara en su corazón tus palabras y tus acciones,
— enséñanos a escuchar con corazón puro y bueno las palabras de tu boca.
Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado hijo del carpintero,
Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado hijo del carpintero,
— enséñanos a trabajar, con empeño y a conciencia, en nuestras propias tareas.
Oh Jesús, que en el seno de tu familia de Nazaret creciste en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres,
Oh Jesús, que en el seno de tu familia de Nazaret creciste en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres,
— concédenos crecer siempre en ti, que eres nuestra cabeza.
Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Himno del poeta sevillano Rafael Laffón, que recoge la liturgia de las horas del día para laudes:
Mirad qué aposentadores
tuvo la divina cámara:
verdín por tapicerías
y por cortinajes zarzas.
Pobre, desnudo, sin fuego,
quien de fuegos nos abasta,
está aquí el Niño. Un pesebre
de humildes bestias por cama.
Ved, puro Amor, que sois fuego
y estáis sobre un haz de pajas.
La Virgen, llanto en los ojos:
a incendio tal, tales aguas.
José, que goza y que gime
agridulces de naranja,
riéndose ya ha quedado
dormido bajo su capa.
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