El evangelio del domingo 18 del Tiempo Ordinario, ciclo "a" (Mt 14,13-21) dice que Jesús "sintió lástima" de la gente y actuó en consecuencia. Muchas veces nosotros también sentimos lástima de los niños que pasan hambre, de los cristianos perseguidos en Medio Oriente, de las mujeres maltratadas, de las víctimas de la guerra... pero no nos decidimos a actuar. O porque no sabemos qué hacer o porque nuestras fuerzas y capacidades son muy limitadas o porque no queremos complicarnos la vida.
Jesús pidió a sus discípulos que dieran de comer a la muchedumbre hambrienta. Ellos le respondieron que solo tenían cinco panes y dos peces. Después de titubear, los pusieron en sus manos. Cuando se decidieron a compartir todo lo que tenían, sin reservarse nada, Jesús hizo el milagro.
De eso se trata: de poner nuestras cosas y capacidades al servicio de los demás. Cada uno su granito de arena para contribuir a la construcción de la civilización del amor.
Entre nosotros hay personas que ya ponen lo que tienen y lo que son en manos de Jesús, para poder aliviar el sufrimiento de este mundo. A otros nos cuesta darnos del todo.
En esta entrada pueden ver a mujeres que se entregan del todo:
- Razones para la esperanza. Mientras haya mujeres como ellas, que consagran su vida a aliviar los sufrimientos de los necesitados, podremos seguir esperando en un futuro mejor.
Lo importante es que seamos conscientes de cuál es el camino para cambiar el mundo y que pidamos a Jesús que empiece por cambiar nuestros corazones, para que cada vez se parezcan más al suyo. Amén.
- Razones para la esperanza. Mientras haya mujeres como ellas, que consagran su vida a aliviar los sufrimientos de los necesitados, podremos seguir esperando en un futuro mejor.
Lo importante es que seamos conscientes de cuál es el camino para cambiar el mundo y que pidamos a Jesús que empiece por cambiar nuestros corazones, para que cada vez se parezcan más al suyo. Amén.
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