Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Esculturas de animales en Roma (1)


El año 2012 (ya han pasado 8 años), mientras vivía en Roma, dediqué algunas entradas del blog a hablar de representaciones de animales en la Ciudad eterna. En los próximos días vamos a recuperar algunas, para que puedan disfrutarlas los que se han unido más tarde a mis publicaciones. Esta fue la primera:

Creo que no hay ninguna ciudad del mundo con tantos animales como Roma. Sus calles están llenas de caballos, águilas, leones, delfines, gatos... pero también de seres fantásticos: caballos alados, centauros, grifos, sirenas... 

La mayoría responde a viejas leyendas o se ha convertido en el símbolo de familias poderosas, que los colocaban como sello y testimonio de las obras públicas encargadas o subvencionadas por alguno de sus miembros. 

Los hay de piedra, de bronce y de otros materiales. La foto de arriba es de un cuadro de Wenzel Peter, que se encuentra en la pinacoteca de los museos vaticanos. A continuación recojo nueve fotografías de esculturas. Feliz día a todos.

El animal más famoso de Roma es la loba capitolina, con Rómulo y Remo alimentándose de sus ubres. Repetida mil veces, esta es la original, que se encuentra junto al ayuntamiento de la ciudad, en la plaza del Capitolio (la verdad es que es una copia, porque la original-original ahora está dentro de los museos capitolinos).

En el reloj del palacio del comendador podemos ver una paloma en el remate, una serpiente mordiéndose la cola que forma la circunferencia y un lagarto que marca las horas.

Un dragón (símbolo de la familia Borghese, junto a un águila) remata la fuente paola, mandada construir por el Papa Paolo V Borghese.

Un águila (primero símbolo del imperio romano, después símbolo de la familia Borghese junto a un dragón) remata la puerta de santa Ana.

Una abeja (símbolo de la familia Barberini) en la fuente delle api, obra de Bernini por encargo de Urbano VIII Barberini, junto al palacio de su familia.

Toro egipcio, hoy recogido en el museo nacional del palacio Althemps. Nos mira con indiferencia desde la friolera de sus más de 3.000 años.

Rana (o sapo, no se sabe bien) de la fuente de las ranas de plaza Mincio.

Delfines (algo fantásticos, la verdad) en la fuente de la plaza del Panteón.

León fenicio en el museo Barracco. Está algo desdentado, pero demasiado bien se conserva si pensamos que tiene unos 2.800 años.

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