domingo, 3 de febrero de 2019
Recuerdo infantil
España está sumergida en una gran borrasca, con fuertes vientos y lluvias generalizadas. No llega al frío que están sufriendo Estados Unidos y otros países del hemisferio Norte, pero es una típica jornada invernal.
Recuerdo que, en mi infancia, los inviernos eran más duros. La nieve y los hielos duraban muchos días en mi pueblo. Además, las casas no estaban tan acondicionadas como ahora.
Al escuchar la lluvia que golpea en los cristales de la ventana de mi habitación, me viene a la mente un poema de Antonio Machado (1875-1939), en el que evoca algunos recuerdos de su infancia: el aula, el profesor, la repetición pausada de la lección.
Yo recuerdo con cariño mis años escolares y doy gracias a Dios por los profesores y compañeros que tuve. Sin duda, mucho de lo que soy ahora se lo debo a ellos.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
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