Pronto despediremos el mes de octubre y acogeremos el de noviembre. Tiempo de otoño en el hemisferio norte y de primavera en el hemisferio sur. Independientemente de la estación del año, este es tiempo de gracia, para alabar a Dios y para acoger su bendición, ya que «hoy es el día favorable, ahora es el tiempo de la salvación» (2Cor 6,2).
Como yo estoy en España, les invito a escuchar esta triste "balada de otoño", de Joan Manuel Serrat, que dice así:
Llueve detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Pintaron de gris el cielo
y el suelo se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece un niño que el viento mece
con su balada en otoño.
Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento,
y a veces viento.
Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
Te podría contar
que está quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy todo lo que soy,
porque estoy solo y tengo miedo.
Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que, por un momento, se ha vuelto mujer.
Entonces, olvidando mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.
Se va la tarde y me deja
la queja que mañana será vieja
de una balada en otoño.
Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.
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