martes, 8 de mayo de 2018
Mayo del 68, 50 años después
Este mes se cumplen cincuenta años de las manifestaciones de estudiantes que tuvieron lugar en París, en mayo de 1968. En realidad, aunque fue la más mediática y la que acapara todavía hoy la atención de la mayoría de los estudios sobre esa época, no es la única ni la principal «revolución» del momento, aunque puede considerarse como el punto de referencia para explicar los radicales cambios de comportamiento que nos introdujeron en la actual sociedad, que puede ser calificada como posmoderna, globalizada, líquida, secularizada, lúdica y tecnológica.
En mayo de 1968, la revolución de los estudiantes inconformistas de París se mezcló con la pretensión de los estadounidenses de raza negra que querían que sus derechos fueran reconocidos, con la lucha por su independencia de los pueblos colonizados, con las manifestaciones de los grupos antimilitaristas que protestaban contra la guerra del Vietnam, con los mítines de los grupos de izquierda que propugnaban una revolución armada, con las huelgas de los trabajadores de las fábricas que deseaban ver mejoradas sus condiciones laborales, con la revolución sexual que desafiaba los códigos morales tradicionales, con los movimientos feministas que exigían una igualdad real de oportunidades, con los cambios radicales en los gustos musicales y artísticos, en la manera de vestir y de presentarse ante el mundo… todo amplificado por los nuevos medios de comunicación social, especialmente la televisión, los posters y los grafitis.
Su icono era el Che Guevara (acompañado por Marx, Lenin, Mao y Fidel Castro) y su lema principal fue: «La imaginación al poder», acompañado por otros dos oxímoron que aparentemente lo reducían al absurdo: «Prohibido prohibir» y «Sed realistas: pedid lo imposible». Ciertamente, muchos de esos mensajes eran profundamente creativos y estaban gestando una nueva manera de comunicar: «Esta sociedad te mata de aburrimiento», «Debajo de los adoquines está la playa», «Olvidad todo lo que os han enseñado y aprended a soñar», «No puede volver a dormir tranquilo aquel que una vez abrió los ojos»… Pero no había un único mensaje, e incluso las propuestas eran contradictorias e incompatibles entre sí. Mientras que unos escribían «Haz el amor y no la guerra», otros apostillaban «Abraza tu amor sin abandonar el fusil».
El cineasta Pasolini decía que los estudiantes que se manifestaron en París en mayo del 68 eran «hijos de papá aburridos de no hacer nada». Ciertamente, la mayoría de ellos eran burgueses que pedían derechos sin obligaciones, rechazaban las responsabilidades y exigían unas relaciones más informales y espontáneas, menos jerarquizadas. Esto se ha establecido en todos los ámbitos. Algunos también clamaban contra el consumismo y contra el individualismo, pero esas son las dos características principales de la sociedad que surgió de aquel movimiento inconformista, junto a la crisis de autoridad, la fragmentación y la priorización de la forma del mensaje sobre el contenido.
Estos días se multiplican los artículos de opinión sobre este argumento. Algunos califican el mayo del 68 como un fracaso total, la fuente de todos los males contemporáneos (el relativismo moral, la confusión de valores, el cinismo y la irresponsabilidad), y otros como la semilla de la que han brotado los grandes avances sociales posteriores (los derechos laborales y sindicales, y la liberación de la mujer, entre otros). Posiblemente, las dos cosas sean verdaderas a partes iguales.
Independientemente de nuestra valoración personal, hemos de ser conscientes de que no se puede volver hacia atrás y que es absurdo pretender regresar a una época en la que el orden y las seguridades eran los valores principales. Esta es la época que nos ha tocado vivir, con sus luces y sus sombras, y deberíamos aprender a gozar de lo positivo que nuestra sociedad nos ofrece sin renunciar al esfuerzo por construir una sociedad más justa.
Podría ser interesante volver a leer algunos argumentos que tratamos hace algunos meses en este blog:
- El mundo está cambiando
- Las épocas históricas
- La autoridad y el poder
- La crisis de la autoridad
- Los populismos
- Los fundamentalismos
- La elección de Israel (y la nuestra)
- Nuestra respuesta
- A vino nuevo, odres nuevos
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