Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

viernes, 11 de mayo de 2018

El uso de internet en la evangelización (3): Mi experiencia con las redes sociales


Cuando yo era estudiante de teología en Roma, cada mes enviaba una carta a mis compañeros de España y a algunos monasterios de carmelitas descalzas con las que tenía relación, informándoles de las actividades de los estudiantes de mi provincia religiosa en la Ciudad Eterna. Eran los últimos años 80 e internet aún no se había implantado en Europa, por lo que usaba el correo postal.

En los años 90 abrí una cuenta de correo electrónico para seguir en comunicación con amigos y compañeros. Periódicamente enviaba a mis contactos alguna reflexión sobre temas de liturgia y espiritualidad. Con mis viajes fui conociendo a más y más gente y amigos de mis amigos me pedían recibir los envíos... Como gmail solo permite hacer envíos conjuntos a cierto número de personas (no me acuerdo si son 500 o 900), cada vez que escribía algo, tenía que hacer varios envíos a distintos grupos que no superaran ese número. En eso duré algunos años.

En mayo de 2012 abrí «el blog del padre Eduardo». Desde entonces, normalmente he publicado cada día al menos una entrada sobre temas de espiritualidad. Como todos los días no puedo escribir, cuando voy a salir de viaje o sé que voy a estar algunos días sin acceso a internet, dejo las entradas escritas y programadas para que se publiquen cada mañana a las 6, hora española. Hasta ahora he publicado casi 3000 entradas.

Al principio, las visitas eran escasas, pero poco a poco fueron creciendo: 50 al día, 100, 500, 1000, 2000… En el momento que escribo esto hay registradas unos tres millones de visitas. ¿Desde qué púlpito podemos llegar a tanta gente?

No sé cómo, en cierto momento uní el blog a una cuenta de google+ en la que nunca he publicado nada que no sean las mismas entradas del blog. Encontré una aplicación para que se publicaran automáticamente, pero no siempre funciona. Cuando llegué al primer millón casi me caigo del susto, pero después rápidamente llegué a los seis millones. A partir de ahí desapareció el contador y no sé cómo volver a encontrarlo (ni he hecho ningún esfuerzo por buscarlo, la verdad).

Como vi que muchas de las visitas de mi blog provenían de Facebook, en cierto momento abrí una cuenta personal, en la que cada día publico la entrada diaria del blog y otras de años anteriores. Pronto llegué a los 5000 amigos, que es el máximo que Facebook permite, por lo que abrí una página pública en el mismo medio. Desde entonces, allí publico las entradas y en mi cuenta personal solo los enlaces a las mismas. Las entradas son compartidas por otras personas y grupos, por lo que llegan a mucha gente.

El blog me ha producido muchas satisfacciones, porque personas de todo el mundo me han escrito comentándome algunas entradas o pidiéndome profundizar en otros temas. A veces he recibido mensajes de universidades de países islámicos preguntándome por la opinión de los católicos sobre algún argumento o solicitando bibliografía para algún alumno que está haciendo un estudio o una tesis doctoral. 

Especialmente gratificantes son los mensajes que recibo de vez en cuando de personas que viven en países con escasa presencia católica, que me dicen que su único contacto con su fe es la lectura diaria de las cosas que publico y que esto les ayuda.

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