Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

sábado, 19 de noviembre de 2016

El inicio de la vida espiritual según san Juan de la Cruz: "Caer en la Cuenta"


El inicio de la vida espiritual, según san Juan de la Cruz, comienza con “caer en la cuenta”: tomar conciencia de que la fe cristiana no se reduce a doctrinas, ritos o normas, sino que consiste en el encuentro con el amor de Dios, que nos ha creado, redimido y acompañado gratuitamente desde antes de nuestro nacimiento. 

Este despertar implica reconocer que Dios es siempre “el principal amante”, que nos busca primero y cuyo único deseo es engrandecernos, no someternos. Su amor nos ensancha y deleita, igualándonos a él por medio de la experiencia del amor gratuito, tal como se manifiesta en la encarnación, pasión y resurrección de Cristo.

San Juan enfatiza que nuestra percepción de Dios influye en toda la vida: su justicia y misericordia coinciden, siempre bañadas de amor. La fe verdadera no debe ser meramente intelectual, sino cordial: sentir y gustar el amor divino, experimentar su misericordia y bondad, asumir que nos ama sin interés, solo por nuestro bien. 

Comprender que Jesucristo nos amó hasta el extremo permite al alma responder a este amor y emprender su camino espiritual.

El «Cántico espiritual» refleja esta experiencia inicial: el alma, herida de amor por el Verbo, inicia la búsqueda de su Amado, clamando por su presencia y deseando unirse a él. 

Esta dinámica recrea y amplía la relación amorosa del «Cantar de los cantares», transformándola en un proceso espiritual donde la ausencia y la búsqueda del Amado representan la necesidad de responder al amor previo de Dios. Lo esencial no es el contexto externo, sino la experiencia interior del encuentro con el amor divino.

San Juan subraya que la vida espiritual no comienza con el esfuerzo humano o la práctica ascética, sino con la experiencia mística del amor de Dios, que precede a cualquier acción nuestra. Solo cuando el alma ha “caído en la cuenta” puede salir de sí misma, dejar atrás sus seguridades y responder con amor a quien la ha amado primero. 

La llamada divina respeta nuestra libertad, pero invita a iniciar un camino de unión progresiva, donde la búsqueda de Dios se prolonga toda la vida, ya que su misterio siempre excede nuestra comprensión: todo conocimiento de él es parcial y remoto.

En resumen, el primer paso de la conversión auténtica consiste en reconocer la iniciativa del amor de Dios y dejarse transformar por él. Esta conciencia funda la vida espiritual: nos impulsa a salir, a buscar al Amado, a corresponder a su gracia y a crecer en la unión con él, estableciendo así la base de la mística sanjuanista, en la que toda acción y virtud humana nacen de una respuesta al amor divino que nos precede.

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