martes, 30 de julio de 2019
Las vacaciones de las carmelitas descalzas
En el hemisferio Norte estamos en los días más calurosos del verano, y todos los que pueden se toman unos días de descanso y vacaciones. Recupero hoy una entrada de hace seis años sobre las "vacaciones" de las monjas contemplativas.
¡Ah!, ¿pero las carmelitas descalzas tienen vacaciones, aunque no salen del convento? Esta pregunta que a veces nos hacen en el locutorio, o que cualquiera se puede hacer, hay que responderla con dos afirmaciones, aparentemente contradictorias: SÍ y NO.
1. NO tenemos vacaciones ni las podemos tener en lo esencial de nuestra vida. Nuestra misión no es una tarea que se hace y se puede dejar de hacer en cualquier momento.
Nuestra unión con Dios permanente, el orar por todos los hombres presentando a Dios cada día sus necesidades y problemas, y el vivir la fraternidad comunitariamente son cosas que nos configuran, forman parte de nuestro ser (como la paternidad y maternidad respecto a los hijos).
No podemos desentendernos de nuestra misión en vacaciones: “somos” personas orantes. Dios, con su Espíritu, nos va configurando poco a poco con Cristo y nos hace vivir con sus mismos sentimientos y actitudes.
En verano, como durante todo el año, nuestra vida consiste en la oración, participación en la eucaristía, liturgia, amor a las hermanas, entrega y servicio generoso. Esto no podemos dejar de vivirlo en ninguna estación del año. siempre estamos llamadas a ser “comunidades orantes y fraternas al servicio de la Iglesia”.
2. SÍ tenemos unos días de descanso y cambio de actividad en algunas cosas.
Paramos unos días el trabajo con el que nos ganamos el pan todo el año, conservando cada una sus oficios: sacristía, portería, enfermería, provisión..., así como las tareas de la casa: cocina, limpieza, etc.
Pero cambiamos algo el horario, haciéndolo más flexible para tener tiempos personales amplios. Descansamos más, según la necesidad de cada una; disfrutamos de más tiempo para orar, leer, pasear al aire libre...
Algunas dedican mayor tiempo a aprender o perfeccionar el sonido de instrumentos musicales: órgano, piano, violín, cítara, guitarra, flauta… o a pintar o a otros asuntos personales pendientes.
En las comidas prolongadas, disfrutamos con la comunicación fraterna (durante el año comemos en silencio, salvo las fiestas y solemnidades).
La cena (cuando lo permite el calor), la hacemos en la huerta con el cielo por techo y los árboles por paredes y prolongamos nuestra convivencia, a veces con algún signo festivo de humor y alegría compartida.
Como habréis entendido, es posible seguir viviendo nuestra vida consagrada y tener unos días “de vacaciones”, incluso sin salir del convento. "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". (santa Teresa de Jesús).
He tomado el texto de la página de las carmelitas descalzas de Daimiel (Ciudad Real, España), a las que aprecio mucho, que se puede visitar aquí. Las monjas de arriba son misioneras carmelitas de santa Teresita y la foto es de hace varios años y fue tomada en el patio de su antigua escuela de Oklahoma City. Yo las conozco y son magníficas.
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