lunes, 4 de junio de 2018
Celebración de la encarnación del Señor en Nazaret
Nazaret era una población tan insignificante que no aparece ni una vez en el Antiguo Testamento ni en otros documentos antiguos. En tiempos de Jesús vivían allí unas 40 familias en cuevas escavadas en la roca, a las que se añadía un patio-corral. En ese lugar, lejos de Jerusalén y del templo, donde nadie se lo podía imaginar, la Palabra de Dios se hizo carne. Hace dos mil años se decía que de este villorrio no podía salir nada bueno. Pero todo cambió desde que una jovencita de Nazaret aceptó cumplir la voluntad de Dios y convertirse en la madre del mesías.
Las fotos fueron tomadas durante la peregrinación del año pasado por Frederik Takkenberg.
Sobre la casa de María hoy se eleva la basílica de la Anunciación, que conserva la gruta que sirvió de casa a los padres de la Virgen María, donde el Hijo de Dios se encarnó. En las excavaciones se han encontrado grafitis con invocaciones a la Virgen desde el s. II en adelante, así como los restos de varios templos, sucesivamente destruidos y reedificados a lo largo de los siglos. Es la iglesia más espaciosa de Tierra Santa, con su gran cúpula en forma de lirio invertido. Sus muros y los del patio circundante están decorados con advocaciones marianas del mundo entero.
En la casa de san José se estableció la Sagrada Familia a su regreso de Egipto. Debajo de la iglesia y de los restos cruzados y bizantinos, se ve la antigua cisterna, convertida por la primera comunidad judeocristiana en baptisterio. En esta casa la Sagrada Familia vivió con sencillez y la salvación de Dios se hizo presente en la vida ordinaria, santificando el trabajo y las relaciones familiares. Aquí Jesús aprendió a hablar y a caminar, y creció «en edad, en sabiduría y en gracia», obedeciendo a José y a María, y ganándose el pan con su trabajo cotidiano.
Al inicio de su vida pública, Jesús predicó en la sinagoga, leyendo el texto de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, él me ha ungido para sanar los corazones afligidos y anunciar la buena noticia a los pobres» y asegurando: «Hoy se ha cumplido esta escritura». Se extrañó de la falta de fe de sus paisanos, que creían conocerlo, e intentaron encerrarlo por loco y despeñarlo por la colina.
Hoy es una ciudad de más de 70.000 habitantes, un 60% de ellos musulmanes y un 40% cristianos. Al lado se ha construido una nueva ciudad: Natzrat Illit (Alta Nazaret), con cerca de 50.000 habitantes, casi todos judíos.
† ¡Oh virginal doncella / de tu nombre purísimo, María,
cuando la blanca estrella / renace con el día,
las aves cantarán la letanía!
Cumpliendo la promesa / resplandeció tu integridad suave,
y todo el cielo pesa, / con indulgencia grave,
sobre la fiel salutación del "Ave".
Tú, Virgen florecida, / diste el milagro de tu aroma al viento,
y el aura agradecida / que recogió tu acento
vistió de alegre luz el aposento.
Sube el arcángel alto / restaurando la paz amanecida,
y al tierno sobresalto / de su alada subida
te llamarán los siglos escogida. Amén.
† El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José. Aleluya. – Alégrate, María, llena de gracia.
Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya. – Alégrate, María, llena de gracia.
La Virgen concibió por la palabra, virgen permaneció, virgen dio a luz al Salvador. Aleluya. – Alégrate, María, llena de gracia.
Dios, por el gran amor con que nos amó, envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra. Aleluya. – Alégrate, María, llena de gracia.
Al llegar la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, para rescatarnos y hacernos hijos suyos. Aleluya. – Alégrate, María, llena de gracia.
† Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día, alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
† Llévanos contigo, Virgen inmaculada, correremos tras del olor de tus perfumes. El Dios altísimo te ha bendecido entre todas las mujeres de la tierra. Intercede por nosotros ante tu hijo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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