lunes, 19 de febrero de 2018
Aquel que se salva, sabe
Jesús, en el evangelio nos enseña a dar el justo valor a los bienes del mundo y nos enseña: «¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si al final pierde su alma?» (Lc 9,25).
Esta enseñanza encontró una feliz formulación en español en la siguiente coplilla:
La ciencia más acabada
es que el hombre en gracia acabe,
pues al fin de la jornada
aquel que se salva, sabe
y el que no, no sabe nada.
En esta vida prestada
do bien obrar es la llave,
aquel que se salva, sabe,
el otro no sabe nada.
Estas sentencias ya debían estar formuladas de esta forma en tiempos muy antiguos, ya que las encontramos en en folclore de España y de todos los países latinoamericanos con ligeras variantes.
Antiguamente, estas coplillas se repetían frecuentemente en las predicaciones de Cuaresma. Hoy, entre lo que los ancianos olvidan y lo que los jóvenes no aprenden, muchas cosas terminan por desaparecer. Esperemos que esta enseñanza tan sensata siga presente en nuestras vidas por mucho tiempo.
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