Reflexiones diarias sobre argumentos de espiritualidad y vida carmelitana, con incursiones en el mundo del arte y de la cultura

domingo, 23 de junio de 2024

Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó


En la primera lectura de la misa de la vigilia de la fiesta de san Juan Bautista, escuchamos estas palabras del profeta Jeremías: «Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jer 1,4).

En la primera lectura de la misa del día, se proclaman otras casi iguales, pero del profeta Isaías: «Estaba yo en el vientre y el Señor me llamó, en las entrañas maternas y pronunció mi nombre» (Is 49,1).

Las escribieron Isaías y Jeremías refiriéndose a sí mismos y a su vocación, y la liturgia las aplica a san Juan Bautista, pero sirven para cada uno de nosotros: Dios nos conoce desde antes de nuestro nacimiento de una manera única y personal.

Para él nadie es un número, cada ser humano es singular. Él tiene la capacidad de amar a cada uno adaptándose a sus capacidades, a su psicología, a su situación particular, como si no existiera nadie más sobre la tierra.

Hoy el Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo consolador dicen a cada uno de nosotros: «Te conocemos por tu nombre y te amamos desde antes que fueras generado. Nuestro amor por ti es eterno y no terminará nunca. Tú eres precioso a nuestros ojos».

No son cosas que debamos comprender (es imposible), pero estamos llamadas a creerlas y a gustarlas. Cada uno de nosotros puede decir con santa Teresa de Jesús: «Oh, mi Dios, que me amas más de lo que yo puedo amarme o entiendo».

Es verdad que no soy perfecto, que mis circunstancias personales son estas o aquellas, que no faltan las dificultades y contradicciones, pero el amor de Dios es real y en el momento oportuno podré escuchar de sus labios lo que desea mi corazón: «Estabas tú en el vientre y te llamé, en las entrañas maternas y pronuncié tu nombre»; «Ven a heredar el reino preparado para ti desde antes de la creación del mundo».

Mientras tanto, camino a su encuentro en la fe y en la esperanza, a oscuras «porque es de noche», tal como enseña san Juan de la Cruz, pero sin miedo, con la certeza de que el Señor nunca abandona a los que lo buscan.

Feliz fiesta de san Juan Bautista a todos.

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