Eso de dormirse en la iglesia no es nuevo. Especialmente cuando las "homilías" se alargan y se convierten en "oh-mi-líos". El libro de los Hechos de los apóstoles habla de un joven llamado Eutiquio que se le durmió al mismísimo san Pablo. Esta pintura lo representa.
Eutiquio estaba sentado sobre el alféizar de la ventana y se cayó vencido por el sueño (Hch 20,7ss). Este cuadro recoge el momento en que el muchacho cae al vacío.
Este grabado se titula "la congregación durmiente" y fue realizado por el artista británico William Hogarth (1697-1764). Es una sátira contra los sermones tediosos.
Del mismo tenor es esta obra del también británico Thomas Rowlandson (1756-1827), que lleva el mismo título que la anterior.
Entre los puritanos anglicanos y episcopalianos surgió una figura encargada de despertar a los que se dormían durante los sermones, dándoles un golpe con un bastón: el «tithingman». En varios lugares se mantuvo esta costumbre hasta tiempos recientes, como se puede ver en esta fotografía del siglo XX.
En algunas congregaciones de Estados Unidos se mantiene la costumbre, aunque el «tithingman» ya no despierta a golpes de bastón, sino con una pluma, como este de la fotografía, que tiene a gala el ejercicio de su ministerio.
En este caso, el predicador tuvo la habilidad de dormir a toda la asamblea.
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