sábado, 24 de mayo de 2025

Material para el sexto domingo de Pascua: la promesa del Espíritu Santo


El domingo séptimo de Pascua celebramos la fiesta de la ascensión del Señor y el siguiente concluye la Pascua con la fiesta de Pentecostés, que nos recuerda el don del Espíritu Santo. Para prepararnos a Pentecostés, el evangelio del domingo sexto de Pascua recuerda dos promesas de  Jesús: el regalo del Espíritu Santo y el don de su paz.

- Jesús resucitado promete el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el gran regalo de Jesús resucitado a la Iglesia. Efectivamente, por la fuerza del Espíritu Santo, los sacramentos no son solo recuerdos de acontecimientos pasados ni son solo promesas de bienes futuros. Por la fuerza del Espíritu Santo, la gracia de Dios se hace presente en los sacramentos y en la vida de los cristianos.

- Les daré el Espíritu Santo. Los evangelios hablan del Espíritu "Paráclito". Esta palabra griega significa a la vez "defensor" y "consolador". Esta es la misión del Espíritu Santo: defendernos del maligno y consolarnos en las dificultades.

Las promesas de Jesús: la paz y el Espíritu Santo. La paz no significa ausencia de conflictos y dificultades. En la primera lectura leemos que había distintas maneras de entender el cristianismo en la comunidad cristiana de los orígenes. En nuestros días vuelven a repetirse las mismas tensiones, pero no debemos desanimarnos, ya que Jesús nos promete una paz que no es como la del mundo, sino que brota de lo más profundo, la paz que procede de la comunión en el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento. Al Espíritu Santo no lo podemos conocer por lo que es en sí mismo, sino por sus efectos, por su obra en la creación y en la historia de la salvación, ya que el Espíritu es la acción misma de Dios: el Poder con el que Dios actúa, la Gracia por la que Dios es gracioso, el Amor con el que Dios ama.

El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento. Después de la resurrección, el «Espíritu de Dios» se convirtió en el «Espíritu de Jesús» y él lo comunica a los creyentes: «No me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya realizado por medio de mí... con la fuerza del Espíritu» (Rom 15,18-19). Pedro explica así lo sucedido en Pentecostés: «Exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo, lo ha derramado sobre nosotros, tal como estáis viendo y oyendo» (Hch 2,33).

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