sábado, 18 de mayo de 2019

Material para el quinto domingo de Pascua (ciclo "c")


El evangelio nos recuerda, una vez más, el cimiento de la moral cristiana: el amor sin medida, siguiendo el ejemplo de Jesús. Como estamos en el mes de mayo, mes de la Virgen María, pedimos su intercesión para que ella acompañe nuestro camino de fe, esperanza y caridad, y nos ayude a ser cada día mejores discípulos de su hijo Jesucristo.

- Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva. La Pascua nos anuncia que en nuestra vida y en nuestra historia la última palabra no la tendrán el sufrimiento, el dolor y la muerte. Por eso, san Juan en la segunda lectura nos anuncia «unos cielos nuevos y una tierra nueva, en los que ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque Dios mismo enjugará las lágrimas de nuestros ojos». Las criaturas nuevas, renovadas por el amor de Cristo, deben actuar con la vida nueva que les corresponde: amando con el amor con que son amadas, tal como pide Jesús en el evangelio de hoy.

- El mandamiento del amor fraterno. Jesús no pide a sus discípulos que sean buenas personas, que se amen mucho. Él quiere mucho más: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13,34; 15,12). El punto de partida no es el mandamiento («Amaos los unos a los otros») sino el don («como yo os he amado»). Porque él nos ha amado primero, nos ha enseñado qué es el amor y nos ha capacitado para amar como él nos ha amado.

Amor a Dios y al prójimo. Posiblemente no haya una palabra más usada que «amor». Pero tampoco hay un término más manoseado y confuso. San Agustín, recordando los desvíos de su juventud, afirma: «Dulce cosa era para mí amar y ser amado». Pero a continuación confiesa que confundía el amor con el deseo. Vamos a intentar aclarar los términos. La caridad, a diferencia del enamoramiento, no busca satisfacer los propios intereses o las propias necesidades. Solo busca el bien de la persona amada, su crecimiento, su felicidad. Por eso es gratuito y desinteresado. 

Oración para aprender a amar. Jesús, en el evangelio, nos pide que nos amemos unos a otros como él nos amó. Santa Teresa de Calcuta nos enseña lo que es el verdadero amor en la oración para aprender a amar, que ella compuso. Reconozco que a mí a veces me da miedo rezarla, porque es muy exigente: "Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; cuando tenga sed, dame alguien que precise agua..."

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