Durante el tiempo pascual, la primera lectura de la misa se toma de los Hechos de los apóstoles, en los que san Lucas describe cómo se difundió el cristianismo desde Jerusalén hasta Roma. En su relato son protagonistas san Pedro (en la primera parte, capítulos 1-12) y san Pablo (en la segunda parte, capítulos 13-28).
Les recuerdo algunas entradas que hemos dedicado en el blog a hablar de los orígenes de la Iglesia, tal como nos los cuentan los Hechos de los apóstoles:
- Orígenes de la Iglesia (1): La comunidad de Jerusalén. Jesús resucitado se aparece en primer lugar a las mujeres, que se atreven a volver al sepulcro donde lo colocaron, a pesar del peligro que esto suponía. En Galilea se aparece a los discípulos galileos, que habían vuelto a su antigua tarea de pescadores, a otros se les aparece cuando van de camino a sus casas (discípulos de Emaús). Unos y otros vuelven a Jerusalén y allí tienen sus experiencias principales: El Señor mismo les congrega y les une en comunidad, les educa y les promete el don del Espíritu. La actividad de Jesús empezó en Galilea, pero la vida de la Iglesia empieza en Jerusalén...
- Orígenes de la Iglesia (2): La difícil unión de los judíos con los griegos. En torno a la predicación de los apóstoles se fue formando una comunidad a la que los judíos llamaron “secta de los nazarenos” y que externamente era un grupo más, aunque con características propias, dentro de la pluralidad del judaísmo de aquel tiempo. La mayor parte de los primeros cristianos era de Palestina, pero había también un grupo de fieles que habían venido de las comunidades judías en la diáspora (extendidas por el extranjero). Pronto surgió el primer conflicto...
- Orígenes de la Iglesia (3): Primeras persecuciones. Los judíos observantes estaban contentos con los judeocristianos, aunque parece que no tenían a los helenistas por buenos judíos. Así que empezaron a expulsar de sus sinagogas a los que confesaban que Jesús era el mesías. Incluso comenzaron las detenciones de las cabezas visibles de la “secta de los nazarenos”. En su huida extendieron el evangelio anunciando la buena noticia no solo a los judíos, sino también a los paganos. La conversión de paganos fue numerosa en Antioquía de Siria, donde empezaron a llamar “cristianos” a los seguidores de Jesús (Hch 11,19ss)...
- Orígenes de la Iglesia (4): El concilio de Jerusalén. Pablo de Tarso se convirtió a la religión que antes perseguía (Hch 9,1ss) y llegó a ser el principal protagonista de su difusión entre los no judíos. En compañía de Bernabé, Juan Marcos y otros colaboradores realizó varios viajes predicando y fundando nuevas comunidades cristianas. Pronto surgieron diferencias de opiniones entre los que pensaban que para ser cristianos tenían que guardar las costumbres de los judíos y los que pensaban que Jesús no se reduce a las costumbres y tradiciones de un solo pueblo, sino que las supera, por lo que puede vivirse la fe en él en todas las circunstancias. En el llamado "concilio de Jerusalén" quedó establecido que ninguna norma judía era necesaria para ser cristiano. La solución del problema creó la conciencia clara de que el cristianismo no era una secta judía, sino una nueva realidad, con pretensiones de universalidad y con Jesucristo como único punto de referencia y única causa de salvación (descartando el origen, la herencia, las tradiciones, las leyes, etc.)...
- Orígenes de la Iglesia (5): En la Iglesia hay sitio para todos. Cuando la comunidad primitiva se abre a la aceptación de paganos y se forma una Iglesia de judíos y gentiles, se conserva la conciencia de ser el pueblo de Dios, heredero de las promesas hechas a Israel... Aquellos que creen en Cristo y se insertan en su Cuerpo mediante el bautismo directamente pasan a formar parte del Pueblo de Dios, en el que están eliminadas las contraposiciones vigentes en las demás sociedades (1Cor 12,12s). Esto debe vivirse ya como anticipo y promesa de que lo que Dios realizará para toda la humanidad en el tiempo futuro, que ya ha comenzado en la Iglesia...
- Orígenes de la Iglesia (6): San Pedro y san Pablo en Roma. Aunque no son los fundadores de la comunidad de Roma, ambos murieron allí en el año 64, durante la persecución de Nerón. Tenemos abundantes testimonios al respecto, incluidas referencias de historiadores de la época.
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