jueves, 17 de septiembre de 2020
Material sobre san Alberto y la Regla carmelitana
El 17 de septiembre, los carmelitas celebramos la fiesta de san Alberto, patriarca de Jerusalén y legislador de la Orden. Les invito a repasar estas entradas en las que he hablado de su persona y de los contenidos espirituales de nuestra Regla:
- 17 de septiembre. San Alberto de Jerusalén. Presentación del personaje y oraciones de la misa. Alberto de Avogadro nació en Italia, a mediados del siglo XII. Entró en los canónigos regulares y fue nombrado obispo, primero de Bobbio y después de Vercelli. Fue muy apreciado por los papas, para los que realizó importantes misiones diplomáticas, buscando la paz y la reconciliación entre los príncipes y las ciudades italianas. En 1204 fue nombrado patriarca de Jerusalén y legado pontificio para la zona. Al estar la ciudad santa ocupada por los sarracenos, residió en San Juan de Acre, al norte de Palestina. Organizó la vida religiosa de los ermitaños del Monte Carmelo, para los que redactó una Regla, escasa en normas disciplinarias, pero rica en citas bíblicas y en orientaciones para ayudar en la vida espiritual. La Regla presenta la vocación de los carmelitas como un vivir en obsequio de Jesucristo, con corazón sincero, dedicados a meditar día y noche en la Palabra de Dios, a no ser que estén ocupados en otras actividades legítimas. Fue invitado a participar en el IV Concilio de Letrán, pero no pudo acudir, porque murió el 14 de septiembre de 1214 en Acre, asesinado por el maestre del Hospital del Espíritu Santo, a quien había depuesto de su cargo por su mala conducta.
- San Alberto de Jerusalén (17 de septiembre). La Regla carmelitana es la más breve entre las Reglas religiosas de la Iglesia. Consiste, casi exclusivamente, en una sabia concatenación de citas de la Biblia. Se centra más en la justificación espiritual de la vocación carmelitana y en los medios necesarios para desarrollarla, que en las normas legales que deben regular las relaciones de un grupo concreto. En ella se recoge el propositum (que puede ser traducido tanto por la «motivación» como por la «finalidad») que debe guiar la vida de los consagrados y de todos los cristianos: «vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia» (n. 2)...
- La Regla de san Alberto. A finales del s. XII, algunos cruzados latinos decidieron vivir como ermitaños y se establecieron en el wadi Ain es Siah, en las laderas del Monte Carmelo en Tierra Santa. En cierto momento pidieron una «Norma de vida» (Formula vitae) al Patriarca de Jerusalén, Alberto de Abogadro, que residía en san Juan de Acre, ya que Jerusalén estaba en manos de los musulmanes desde 1187. Con propiedad no se trata de una «Regla» que regulara la vida de los monasterios de una Orden religiosa (ya existían varias, principalmente las de san Agustín, san Basilio y san Benito), sino algo más sencillo y adaptado para un grupo de ermitaños, laicos en su mayoría, que vivían consagrados a la oración, a la penitencia y al servicio de los peregrinos, y que solicitan un reconocimiento jurídico en el seno de la Iglesia Católica. Para ser exactos, recibieron un typicon, que es como se conocía a este tipo de normativa para un grupo de creyentes que se reunía en un lugar determinado para llevar una vida de oración y penitencia...
- La espiritualidad carmelitana a la luz de la Regla. Recojo aquí la primera parte de un texto del P. Camilo Maccise titulado "La espiritualidad carmelitana a la luz de la Regla, de nuestros Santos y del documento de Aparecida", en concreto lo que se refiere a la Regla y a los orígenes del Carmelo. La Regla está empapada de la Escritura. Una de las características de ella es precisamente el uso que hace de la Biblia desde el principio hasta el fin. La Regla está llena de reminiscencias bíblicas, de alusiones y citas de la Escritura. Por otro lado, recomienda el uso de la palabra de Dios y menciona el ejemplo de algunos personajes bíblicos. Estadísticamente hablando, existen en ese breve texto varias decenas de citas y evocaciones bíblicas porque la Escritura se había asimilado de tal manera que formaba parte de la vida de los ermitaños del Monte Carmelo...
- Octavo centenario de la muerte de san Alberto de Jerusalén. Lectura del breviario para el Oficio de Lectura del día: De la Regla dada por san Alberto de Jerusalén, obispo, a los hermanos del monte Carmelo. Puesto que la vida del hombre en este mundo es tiempo de prueba, y todo el que se propone vivir como buen cristiano sufre persecución; y vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar, procurad con toda solicitud poneros las armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo...
- San Alberto de Jerusalén y la Regla de los carmelitas. La Regla de san Alberto invita a los religiosos a vivir con alegría sus votos de obediencia, castidad y pobreza (n. 4), a la práctica de la oración personal (n. 10) y comunitaria (nn. 11 y 14), a la lectura de la Sagrada Escritura (nn. 7, 10 y 19), al cultivo de la soledad y del silencio interior y exterior (n. 21), a la laboriosidad (n. 20), al servicio humilde (nn. 22 y 23) y a la austeridad de vida (nn. 16 y 17), aunque sin rigidez, ya que los preceptos pueden ser dispensados por «la enfermedad, la debilidad corporal u otro justo motivo […] pues la necesidad no tiene ley» (n. 16). El número 10 es el corazón de toda la normativa: «Permanezca cada uno en su celda o junto a ella, meditando día y noche la ley del Señor y velando en oración, a no ser que deba dedicarse a otros justos quehaceres»...
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