jueves, 8 de octubre de 2015

Novena a santa Teresa de Jesús. Día 3º Santa Teresa y la santidad


Oración preparatoria para todos los días. Dios Padre nuestro, que por medio de tu Espíritu Santo has suscitado a santa Teresa de Jesús para enseñar a tu Iglesia el camino de la perfección; concédenos alimentarnos siempre con su celestial doctrina, para que crezca en nosotros el deseo de la verdadera santidad. Tú nos ofreces el ejemplo de su vida y la ayuda de su intercesión, para que animados por el testimonio gozoso de su experiencia, sigamos sin desfallecer el camino que ella nos señaló. Padre de misericordia, concédenos tu Espíritu para que podamos seguir las huellas de la Santa y gozar con ella de la Vida verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Reflexión. Adelantándose cuatro siglos al Concilio Vaticano II, que afirma: “En la Iglesia todos están llamados a la santidad” (Lumen Gentium, 39), Teresa de Jesús, con su particular gracia y finura, escribe: “Mirad que convida el Señor a todos a ser santos, pues es la misma verdad, no hay que dudar”. 

Ella está convencida de que la santidad es perfectamente compatible con la vida común y corriente, con trabajos materiales aparentemente vulgares, y así lo demuestra cuando escribe: “No dejaba de ser santo Jacob por atender sus ganados, ni Abrahán ni san Joaquín” (carta 172). 

La santidad, para Teresa de Jesús, es un don de amor recibido, mucho más que el logro del propio esfuerzo; pero exige disponibilidad absoluta a la Voluntad de Dios. En su famosa poesía “Vuestra soy”, la Santa nos deja un pequeño y bien logrado tratado de santidad.

Invocaciones. Santa Madre Teresa, que escribiste: “A todos llama el Señor a la santidad”, - alcánzanos la determinación de desear contentar en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéramos, no ofenderle.

Santa Madre Teresa, que dijiste: “Vuestra soy, Señor, ¿qué mandáis hacer de mí?, - infúndenos tu espíritu para que en trabajo o descanso, salud o enfermedad, vida o muerte nos entreguemos a Dios como tú.

Santa Madre Teresa, que supiste descubrir a Dios en toda circunstancia, persona  o acontecimiento, - enséñanos que todo se pasa, que Dios no se muda, que la paciencia todo lo alcanza, que quien a Dios tiene, nada le falta, y que  solo Dios basta.

Poema. Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me criasteis,
vuestra, pues me redimisteis,
vuestra, pues que me sufristeis,
vuestra pues que me llamasteis,
vuestra porque me esperasteis,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
amor dulce, veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición;
dulce Esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme muerte, dadme vida:
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis, dadme oración,
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
solo hallo paz aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Dadme, pues, sabiduría,
o por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía;
dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí o allí:
¿qué mandáis hacer de mí?

Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid:
¿qué mandáis hacer de mí?

Oración final para todos los días. Teresa de Jesús, escucha nuestra oración. Llegue hasta Dios la acción de gracias de la Iglesia por lo que has sido y has hecho, y también por lo que todavía haces y harás por el Pueblo de Dios, que te honra como maestra y doctora espiritual. Sea Dios nuestro Señor por siempre bendito y alabado en ti. Amén. Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros.

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