viernes, 8 de diciembre de 2023

Laudes para la fiesta de la Inmaculada Concepción


Oración de la mañana para celebrar la Inmaculada Concepción de la Virgen María unidos a toda la Iglesia.

V. Señor ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

INVITATORIO

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

- Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.

HIMNO

Ninguno del ser humano 
como vos se pudo ver;
que a otros los dejan caer 
y después les dan la mano.

Mas vos, Virgen, no caíste 
como los otros cayeron,
que siempre la mano os dieron 
con que preservada fuiste.

Yo, cien mil veces caído; 
os suplico que me deis
la vuestra, y me levantéis 
porque no quede perdido.

Y, por vuestra concepción, 
que fue de tan gran pureza,
conserva en mí la limpieza 
del alma y del corazón.

Para que de esta manera 
suba con vos a gozar
del que solo puede dar 
vida y gloria verdadera. Amén.

SALMODIA

Antífona 1: Oh Madre purísima, que no conoció el pecado y mereció llevar a Dios.

(Salmo 62)

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, 
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, 
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario, 
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, 
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré 
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, 
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti 
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio, 
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti, 
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1: Oh Madre purísima, que no conoció el pecado y mereció llevar a Dios.

Antífona 2: El Señor, Dios altísimo, te ha bendecido, Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra.

(Dan 3,57-88)

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; 
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; 
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; 
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; 
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; 
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; 
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; 
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; 
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, 
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; 
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; 
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; 
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor; 
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; 
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, 
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Antífona 2: El Señor, Dios altísimo, te ha bendecido, Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra.

Antífona 3: Llévanos contigo, Virgen inmaculada, correremos tras el olor de tus perfumes.

(Salmo 149)

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, 
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, 
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo 
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria 
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca 
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos 
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, 
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada 
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, 
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 3: Llévanos contigo, Virgen inmaculada, correremos tras el olor de tus perfumes.

LECTURA (Is 43,1)

Así dice el Señor, el que te creó, Jacob; el que te formó, Israel: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío».

RESPONSORIO

— El Señor la eligió y la predestinó. 
— El Señor la eligió y la predestinó.
— La hizo morar en su templo santo. 
— Y la predestinó.
— Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
— El Señor la eligió y la predestinó.

BENEDICTUS

Antífona: El Señor Dios dijo a la serpiente: «Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza». Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor Dios dijo a la serpiente: «Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza». Aleluya.

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, que preservó a su madre de todo pecado, y digámosle:
— Que tu madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,
— haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Salvador del mundo, que, con la eficacia de tu redención, preservaste a tu madre de toda mancha de pecado,
— líbranos a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
— haz también de nosotros templos de tu Espíritu.

Rey de reyes, que elevaste contigo al cielo en cuerpo y alma a tu madre,
— haz que aspiremos siempre a los bienes del cielo.

Que santa María socorra a los pobres, ayude a los débiles, consuele a los tristes,
— ruegue por el pueblo, interceda por el clero y por las vírgenes consagradas.

Como María, pidamos al Padre que se cumpla en nosotros siempre su voluntad: 
— Padre nuestro…

ORACIÓN

Oh Dios, que por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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