viernes, 10 de abril de 2020

Material para el Viernes Santo


Ya hemos hablado del Viernes Santo en varias ocasiones. Aquí les propongo los enlaces a algunas entradas en las que reflexiono sobre los contenidos bíblicos, litúrgicos y teológicos de este día.

Historia y celebraciones del Viernes Santo. Reflexiones sobre la historia y los contenidos de la celebración litúrgica del día. La celebración actual tiene cuatro partes: 
- La pasión proclamada (liturgia de la Palabra). Consta de la lectura del canto del Siervo de Isaías, un texto de la carta a los Hebreos, que presenta a Jesucristo como el Sumo Sacerdote de nuestra fe, y el relato de la pasión según S. Juan. 
- La pasión invocada (oraciones solemnes). La oración de los fieles de hoy es verdaderamente universal. En ella se tienen presentes a todos los hombres: La Iglesia Católica, el Papa, los ministros, los fieles, los catecúmenos, los demás cristianos, los judíos y creyentes de otras religiones, los no creyentes, los gobernantes, los que sufren. 
- La pasión venerada (adoración de la Cruz). La Cruz es llevada al altar entre aclamaciones: «Miren el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. Vengan a adorarlo». 
- La pasión comulgada (comunión eucarística). Por último, se reviste el altar y se traslada procesionalmente el Santísimo para la comunión.

- Moniciones para el Viernes SantoEl Viernes Santo es de una gran sobriedad litúrgica. Según una antigua tradición, la Iglesia no celebra la eucaristía en ese día. Los oficios de la tarde comienzan en silencio, sin canto ni saludo inicial, porque son la continuación de la celebración del Jueves y terminan de la misma manera, porque no se concluirán hasta la gran celebración de la Vigilia Pascual. La celebración tiene cuatro partes: 
- La pasión proclamada (liturgia de la Palabra). 
- La pasión invocada (oración universal). 
- La pasión venerada (adoración de la Cruz). 
- La pasión comulgada (comunión eucarística).

Las últimas horas de la vida mortal de Jesús. Reflexiones bíblicas y teológicas. Siguiendo el ejemplo de Jesús, que empezando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que decían las Escrituras sobre la pasión del Mesías (cf. Lc 24,26-27), los discípulos se sirvieron de algunos pasajes bíblicos para interpretarla. Especialmente del sacrificio de Isaac, la muerte violenta de los profetas, los cánticos del Siervo de YHWH en el libro de Isaías, los sufrimientos del justo en el libro de la Sabiduría y algunos Salmos (como el 22 [21], el 69 [68], y el 109 [108]). San Pablo, dentro de este proceso de reflexión, afirmó que «Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras» (1Cor 15,3). En el Credo se recogieron estas dos afirmaciones sobre la muerte de Cristo: que lo hizo según las Escrituras (es decir, cumpliendo un proyecto eterno de Dios) y que fue por nuestros pecados (a causa de nuestros pecados y para perdonarlos). 

El «buen ladrón»En la historia del cristianismo, Dimas (el nombre que la tradición ha dado al «buen ladrón») se ha convertido en modelo de una esperanza más fuerte que todos los razonamientos y fracasos. Santa Teresa de Lisieux experimentó que el hombre no se salva por sus buenas obras, sino por el amor de Cristo y encontró en Dimas un ejemplo paradigmático. Ella, que oró con tanta intensidad por algunos grandes pecadores de su época, encontró en la escena del «buen ladrón» un motivo para seguir esperando. Incluso escribió una recreación piadosa en la que Dimas es la excusa para exponer sus ideas.

Yo estaba allí. Reflexión espiritual sobre nuestra presencia junto a la cruz de Jesús. Yo estaba allí. Todos estábamos allí. Estábamos con Pilato, desinteresándonos del sufrimiento del Justo. Estábamos con la chusma que se reía del fracaso ajeno y despreciaba al débil. Estábamos con el mal ladrón que se quejaba de su mala suerte y era incapaz de comprender el sufrimiento del vecino. Estábamos con el soldado que le ofreció vinagre para su sed, que despreció al débil y quiso reírse de él. Si es verdad que Cristo, “cargado con nuestros pecados, subió al leño” (1Pe 2,24), allí estábamos. Todo lo dicho es verdad, pero no es toda la verdad... Jesús pensó en nosotros (en cada uno de nosotros) antes de morir y pensó en nosotros en el momento de la muerte.

Oración a la cruz de Jesús del papa Francisco. Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria...

Vía Crucis de Gerardo Diego. Textos poéticos para meditar. Gerardo Diego escribió este Vía Crucis en 1924 y lo publicó por primera vez en 1931. Está escrito en "décimas": cinco para la "ofrenda" inicial a la Virgen y dos para cada una de las catorce estaciones. La primera siempre describe el acontecimiento y la segunda es una reflexión que pone en relación lo contemplado y la vida del orante. Es un texto precioso que puede acompañar nuestra oración en este día.

Poesía para hoy.  Himno de san Venancio Fortunato (536-610): "¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!..."

En esta tarde, Cristo del Calvario. Poema de la poeta chilena Gabriela Mistral (1889-1957) cantado por el P. Cristóbal Fones, s.j. "En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza..."

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