viernes, 24 de marzo de 2023

Vía Crucis de Fighille


En un santuario de Fighille (pequeña población en el centro de Italia) hay un peculiar Vía Crucis realizado por 15 famosos artistas italianos contemporáneos, cada uno de ellos con su estilo propio. Podemos aprovechar para rezarlo hoy, contemplando las imágenes.


† Primera estación: Jesús es condenado a muerte. (Obra de Gianni Gueggia).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Pilato, queriendo complacer a la gente, soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mc 15,15)

Señor Jesús, condenado injustamente a la muerte. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Perdón, oh Dios mío, perdón e indulgencia, perdón y clemencia, perdón y piedad.
Pequé, ya mi alma su culpa confiesa; mil veces me pesa de tanta maldad.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Segunda estación: Jesús carga con la Cruz. (Obra de Mario Massolo).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Tomaron a Jesús, que, llevando su cruz, salió al sitio llamado «Calvario», que en hebreo se dice Gólgota. (Jn 19,17)

Señor Jesús, cargado con la cruz por amor a los pecadores. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Perdona a tu pueblo, Señor; perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Dios de la fiel y eterna alianza, en ti ponemos nuestra esperanza: Perdónanos, Señor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Tercera estación: Jesús cae por primera vez. (Obra de Secondo Vannini).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero si muere, dará mucho fruto. (Jn 12,24)

Señor Jesús, caído bajo el peso de la cruz. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre. Sí, me levantaré, volveré junto a mi Padre.
A ti, Señor, elevo mi alma; tú eres mi Dios y mi salvador.
Sana mi alma y mi corazón, porque pequé, Señor, contra ti.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Cuarta estación: Jesús se encuentra con su madre. (Obra de Fernando Fusco).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Simeón dijo a María: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y a ti una espada te atravesará el alma». (Lc 2,34-35)

Señor Jesús, hijo amado de la Virgen Dolorosa. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Sálvame, Virgen María; óyeme, te imploro con fe. Mi corazón en ti confía, Virgen María, sálvame. Virgen María, sálvame, sálvame.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Quinta estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la Cruz. (Obra de Nicola de Benedictis).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. (Mc 23,26)

Señor Jesús, que nos invitas a cargar con la cruz y a seguirte. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Caminaré en presencia del Señor. Caminaré en presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús. (Obra de Antonella Raoni).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ese es; prendedlo». Nada más llegar, se acercó a él y le dijo: «Rabí». Y le besó. (Mc 14,44-45)

Señor Jesús, con el rostro herido y ensangrentado. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Pequé, pequé, Dios mío, piedad, Señor, piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad (bis).
Por tus heridas crueles, piedad, Señor, piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad (bis).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Séptima estación: Jesús cae por segunda vez. (Obra de Luciano Filippi).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Cayó rostro en tierra, y oraba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú». (Mt 26,39)

Señor Jesús, caído bajo el peso de la cruz. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

A ti levanto mis ojos, a ti, que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. (Obra de Gianfranco Pogni).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Le seguía una gran multitud de pueblo y mujeres que se dolían y lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad mejor por vosotras y por vuestros hijos». (Lc 23,27-28)

Señor Jesús, que olvidas tus penas por consolar las nuestras. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Perdona a tu pueblo, Señor; perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Reconocemos nuestro pecado, que tantas veces has perdonado: Perdónanos, Señor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Novena estación: Jesús cae por tercera vez. (Obra de Vittorio Angini).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera. (Mt 11,28-30)

Señor Jesús, caído bajo el peso de la cruz. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Amante Jesús mío, oh cuánto te ofendí, perdona mi extravío y ten piedad de mí, y ten piedad de mí.
¿Quién, al mirarte exánime, pendiente de una cruz, por nuestras culpas víctima, expirar, buen Jesús, de compasión y lástima no siente el pecho herido, habiéndote ofendido con negra ingratitud?

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. (Obra de Dario Polvani).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús decía: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos echándolos a suertes. (Lc 23,34)

Señor Jesús, compasivo con quienes te humillan. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Perdona a tu pueblo, Señor; perdona a tu pueblo, perdónale Señor.
Por las heridas de pies y manos, por los azotes tan inhumanos: Perdónanos, Señor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Undécima estación: Jesús es clavado en la Cruz. (Obra de Maurizio Rapiti).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Era la hora tercia cuando le crucificaron. Con él crucificaron a dos malhechores, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el santuario y lo levantas en tres días, ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!». (Mc 15,25s)

Señor Jesús, crucificado por amor a los pecadores. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Victoria, tú reinarás. / Oh cruz, tú nos salvarás.
El Verbo en ti clavado, / muriendo, nos rescató. / De ti, madero santo, / nos viene la redención.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Duodécima estación: Jesús muere en la Cruz. (Obra de Guerrino Bardeggia).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Llegada la hora sexta, la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona Jesús gritó con fuerte voz: «Eloí, Eloí, lemá sabactaní», que quiere decir: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?» Y Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró (Mc 15,33s).

Señor Jesús, fruto bendito que cuelga del árbol de la cruz. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Victoria, tú reinarás. / Oh cruz, tú nos salvarás.
Extiende por el mundo / tu reino de salvación. / Oh cruz, fecunda fuente / de vida y bendición.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz. (Obra de Tonino Puletti).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Al caer la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús, tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia (Mt 27,57-59). 

Señor Jesús, colocado en brazos de María. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Madre de todos los hombres, enséñanos a decir “Amén”.
Cuando la noche se acerca y se oscurece la fe.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Decimocuarta estación: Jesús es sepultado. (Obra de Franco Chiarani).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en un lienzo limpio y lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro (Mt 27,59-61).

Señor Jesús, grano de trigo colocado en la tierra para que dé fruto abundante. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Cerca de ti, Señor, quiero morar, tu grande y tierno amor quiero gozar. Llena mi pobre ser, limpia mi corazón, hazme tu rostro ver en la aflicción (bis). 
Mi pobre corazón inquieto está; por esta vida voy buscando paz. Más solo tú, Señor, la paz me puedes dar; cerca de ti, Señor, yo quiero estar (bis).

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.



† Decimoquinta estación: La resurrección de Jesús. (Obra de Piero Paoli).

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. 
Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6).

Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte. 
Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. Él es nuestra salvación, nuestra gloria para siempre.
Si con él morimos, viviremos con él, si con él sufrimos, reinaremos con él.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Señor Jesús, concédenos tu gracia para que podamos apartar de nosotros el pecado que nos ata y caminar tras tus huellas, sin rendirnos, fijos los ojos en ti, que inicias y completas nuestra fe. Tú mismo, renunciando al gozo inmediato que el mundo ofrece, soportaste con entereza la cruz, sin importarte la ignominia y el desprecio. Fortalece, Señor, nuestras manos débiles y haz fuertes nuestras rodillas vacilantes, para que caminemos seguros por tus sendas. Lo pedimos a ti, que has vencido a la muerte y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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