miércoles, 5 de diciembre de 2018

Levantaos, alzad la cabeza


Estamos celebrando un nuevo adviento,
un adviento que es portada
de un año surcado de recuerdos.

Adviento de un hombre que busca;
que ha desencantado muchas cosas,
pero que se siente internamente vacío;
que ha anunciado la muerte de Dios,
para crear nuevos dioses de mentira;
que se embota con objetos de oropel
y ha perdido el sabor de lo sencillo...

Adviento de un Dios que nos busca
y sale siempre a nuestro encuentro;
que sigue creyendo en los hombres
a pesar de nuestros olvidos y rechazos;
que hace nacer nuevas esperanzas
de nuestras cenizas y desilusiones;
que siempre empuja a los hombres
a crear justicia y derecho en la tierra.

En un nuevo adviento más,
cargado de recuerdos y memorias,
Dios llama a nuestro corazón:
«Levantaos, alzad la cabeza»;
no oteéis mares desconocidos;
mirad a vuestro interior;
allí hay una riqueza mayor
que la que cargaban las naves de Indias.

«Estad siempre despiertos»; 
porque hay una brújula y una estela 
que lleva a puertos de esperanza 
a pesar de nuestras quiebras y naufragios. 
«Se acerca vuestra liberación»:
no buscada con espadas y corazas, 
sino con una cruz salvadora 
que hermana a hombres de toda raza.

Adviento que nos dice quedamente:
«Levantaos, alzad la cabeza», 
Dios sigue creyendo en el hombre; 
el hombre puede navegar hacia Dios.
Timonel: endereza tu rumbo.
Alza la cabeza...
Alza el corazón...

Texto de Javier Gafo.

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